Sin duda la honradez y honestidad son valores humanos que enaltecen a las personas que los practican de manera firme e inquebrantable a lo largo de sus vidas. En este sentido ha causado grata impresión conocer casos de algunos compatriotas ejemplares que a pesar de haber estado pasando por situaciones realmente difíciles en el plano económico no cayeron en la tentación de apoderarse de ciertas cantidades de dinero que ciudadanos descuidados dejaron olvidado en cajeros automáticos o taxis que tomaron para dirigirse a algún lugar determinado, sino que devolvieron la plata que se encontraron por casualidad de la vida, porque aprendieron de sus padres a “no coger o adueñarse de las cosas ajenas”.

Luego, la colectividad entera se alegró cuando estos humildes hombres recibieron sendos reconocimientos y fueron premiados por sus buenas acciones y recto proceder.

Si los gobernantes procedieran de igual manera y manejaran los dineros del Estado con la mayor pulcritud del caso, el destino del mundo y especialmente de los países de la región sería distinto, porque por desgracia se han perdido miles de millones de dólares (en Argentina, Brasil, Perú, Venezuela, Colombia, Nicaragua, Ecuador, etc.) por culpa de la corrupción política, y que en condiciones normales hubieran servido para invertirlos en el bienestar de la gente.

Lo más grave es que las autoridades gubernamentales de nuestra nación -que atraviesa por una aguda crisis financiera en la actualidad, principalmente por el tema de las corruptelas a gran escala que hubo en la década pasada- en lugar de tratar de recuperar la totalidad de los recursos fiscales robados por políticos y altos funcionarios deshonestos vienen hace tiempo desvinculando o mejor dicho despidiendo a empleados públicos, no solo de la burocracia dorada, sino también de niveles inferiores de sus puestos de trabajo, resultando muchas familias ecuatorianas afectadas de manera indirecta por este motivo.

Lic. Jhonny Muñoz Lima