Alimentos. Voluntarios entregan las donaciones de comida e insumos de limpieza a los funcionarios impagos.

Funcionarios impagos hacen cola por una funda de comida

En el decimotercer piso de un edificio del centro de Río de Janeiro, las donaciones no dejan de llegar: son productos de primera necesidad para los funcionarios de este estado al borde de la quiebra que ya no paga a sus asalariados ni a los jubilados.<

En el decimotercer piso de un edificio del centro de Río de Janeiro, las donaciones no dejan de llegar: son productos de primera necesidad para los funcionarios de este estado al borde de la quiebra que ya no paga a sus asalariados ni a los jubilados.

Celia Moitas y su hermana acuden cargadas con dos grandes bolsas. Han venido por “solidaridad”. Una de ellas es funcionaria de la justicia y recibe su sueldo gracias a que el presidente del tribunal desbloqueó un fondo especial, una suerte que no han corrido los empleados de la educación y salud, sin salario desde noviembre.

“Hay recesión en todo el mundo, pero aquí es el resultado del robo y la corrupción”, afirma Celia, que a sus 71 años asegura estar “indignada” y “avergonzada de ser brasileña”.

El exgobernador de Río, Sergio Cabral (2007-2014), está detenido por haber desviado presuntamente decenas de millones de dólares de obras públicas, entre ellas las de la reforma del estadio Maracaná.

En la sala del sindicato donde se apilan las montañas de donaciones, unas 30 personas trabajan formando los paquetes de alimentos. “Ponemos arroz, café, judías..., productos de higiene para amortiguar la angustia de nuestros colegas, comenta Silvana Soares, una funcionaria de 57 años.

Primera economía de América Latina, Brasil atraviesa una recesión histórica que se vio agravada por la crisis política y afectó especialmente al estado de Río, sede de la final de la Copa del Mundo de 2014 y de los Juegos Olímpicos en agosto.

En sus hospitales falta material, sus funcionarios se manifiestan para recibir salarios que no llegan, mientras los policías se quedan a veces sin folios para registrar las denuncias, gasolina para patrullar, o incluso papel higiénico.

La colecta de donaciones comenzó “justo antes de Navidad y ya se recogieron más de 20 toneladas de productos y se distribuyeron 1.500 paquetes”, cuenta el capitán de bomberos Marcelo Mata, de 43 años.

Aunque hará falta mucha solidaridad: el estado de Río tiene 467.595 funcionarios, de los cuales 247.000 están jubilados, generando un gasto mensual de 2.000 millones de reales por mes (unos 610 millones de dólares), según las cifras oficiales.

“Vivimos una paradoja en esta ciudad que gasta dinero para los fuegos artificiales de fin de año en Copacabana y, detrás de eso, a sus funcionarios les falta todo”, reclama.

La auxiliar de enfermería Yara da Silva, funcionaria de 50 años, recibirá su salario de noviembre (320 dólares) en cinco plazos, que comenzarán a partir del 5 de enero. “¿Y diciembre, y el decimotercer mes? Es difícil, muy difícil”, afirma explicando cómo se le amontonan las facturas sin pagar.