La Fiesta Popular de los Inocentes, curioso sincretismo entre lo pagano y lo religioso
Nadie se escapa. Mascaradas y sátiras, donde lo tradicional es celebrar con burlas y bromas persistentes desde tiempos de la Colonia, sintetizan la Fiesta Popular de los Inocentes, que se celebra en algunas poblaciones de la serranía ecuatoriana.
Nadie se escapa. Mascaradas y sátiras, donde lo tradicional es celebrar con burlas y bromas persistentes desde tiempos de la Colonia, sintetizan la Fiesta Popular de los Inocentes, que se celebra en algunas poblaciones de la serranía ecuatoriana.
La principal actividad se realiza en Atuntaqui, el cantón textil de la provincia de Imbabura, empezando el 28 de diciembre y culminando el 6 de enero.
En esta fecha se busca poner en evidencia la inocencia de la gente a través de bromas y tomaduras de pelo. Esta fiesta fue declarada Patrimonio Cultural Intangible del país en el 2007. La misma recorre las principales calles de la ciudad de Atuntaqui.
Esta celebración, que se la prepara con meses de anticipación “para que no se escape ningún detalle”, cuenta con la participación de los clubes y barrios de la ciudad. Su inicio se lo ubica en 1930, cuando, según se dice, un grupo de trabajadores de la Fábrica Imbabura decidió organizar una fiesta de disfraces que recorrió la ciudad.
Hoy en la noche se da paso a la “agonía de papá”, acto en el que se recrea las últimas horas del viejo que representa al año que termina, y el 31, los ciudadanos nacionales y extranjeros se disponen para el gran desfile de cierre de año.
Otra ciudad que celebra con fervor los Santos Inocentes es Cuenca. Organizaciones educativas y grupos de amigos organizan comparsas con el afán de ser premiados como un grupo original y creativo.
Mucha gente sale a las calles el día 6 de enero con todo tipo de disfraces y se suman a las comparsas en un desfile en el que generalmente se recrean los hechos y personajes nacionales e internacionales más sobresalientes del año anterior. (F)