El 10 de diciembre, fecha en la que se conmemora el Día Internacional de los Derechos Humanos, allegados de Juliana Campoverde se juntaron en la Plaza Grande para una toma simbólica de ese espacio público.

El objetivo de esa especie de plantón, realizado por los familiares y amigos de la chica desaparecida el 7 de julio de 2012, era pedir que se devuelva a Campoverde, sobre todo porque han pasado más de seis años de su ausencia.

Por la desaparición de Juliana existe una sentencia. Jonathan Carrillo, pastor evangélico de una iglesia a la que la muchacha asistía hasta un mes antes de que se extraviara, fue condenado a 25 años de cárcel en julio pasado.

En su relato, Carrillo contó que días más tarde de ese 7 de julio, la chica fue a su departamento. Allí hubo una discusión y luego de un forcejeo, la joven cayó, se golpeó la cabeza y murió. En su versión, el pastor contó cómo se deshizo del cuerpo en una quebrada de Bellavista, en el norte de Quito.

Pese a la extensa búsqueda que se realizó en el lugar, hasta el momento no se ha encontrado rastro de Juliana. En el sitio había piezas dentales y otras osamentas humanas. En el cotejamiento genético no hubo coincidencias con Campoverde.

Elizabeth Rodríguez, madre de July, dice que no descansará hasta tener la verdad completa y saber dónde está el cuerpo de su niña. Desde la mañana, la mujer llegó al centro de Quito con pancartas en las que la chica luce sonriente.

Al encuentro se sumaron familiares de otras personas desaparecidas, que así como Rodríguez, sienten que no han tenido acceso a una búsqueda eficiente, lo que vulnera sus derechos a la verdad y a la justicia.