Una tradición que nació con Rosa Palomeque, una de las fundadoras del Pase del Niño Viajero, se mantiene aún. Se trata de la elaboración de la chicha para brindar a los miles de participantes que se congregan en el denominado ‘Quinto río de Cuenca’.

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Patricia Pulla, nieta de Rosa, recuerda que su abuelita comenzó con esta tradición por el significado que tiene la bebida dentro de las grandes celebraciones andinas. “La chicha es una bebida ancestral y la usamos para la fecha como una forma de agradecimiento con el Niño por todas las bendiciones recibidas”, señala. Luego de Rosa, la posta de esta tradición la asumieron los padres de Patricia. Cesario Pulla y Beatriz Álvarez.

Son más de 80 años en que la familia Pulla elabora esta bebida de color café y de sabor a maíz fermentado. Hace 14 meses de que Cesario ya no está para guiar a sus hijos en el proceso. Sin embargo, el legado está intacto en las manos de Patricia. Este año pidió con su ‘fe inquebrantable’ que el Niño le dé fuerzas para no dejar morir la memoria de su padre.

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En la elaboración, que toma más de un día entero, intervienen únicamente Patricia, sus hijos y algunos ayudantes que este año contrató. Son 15 ingredientes los que se usan: manzanilla, hierba luisa, albahaca, esencia de rosas, hoja de amaranto, de naranja, naranjilla, canela, anís, pimienta dulce, ishpingo, caña de azúcar y la jora. Tras este proceso, la bebida es colocada en botellas transparentes para repartirlas el 24 de diciembre a los devotos del Niño Viajero.

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