Algunos politólogos dicen peyorativamente que los ciudadanos comunes no tenemos cultura política ni criterio ya que votamos por simpatía; por eso, nos aconsejan que ahora seamos sesudos y analíticos; que no nos dejemos llevar por discursos ligeros o espectáculos histriónicos y que no votemos con el corazón. “A la vejez viruela”, decía mi abuela Enriqueta; ¿por qué no me lo enseñaron antes para no haberme equivocado en elecciones pasadas? Los ciudadanos (y creo que los consejeros también ) votaremos por el candidato que a cada uno le simpatice; el que gane será el que logre una identificación personal y una mayor relación emocional con los votantes, como siempre ha sido.

Miguel Ulloa Paredes