Colapso

J. Diamond, Pulitzer 1997, en su libro Colapso, llega a la conclusión de que las sociedades que tuvieron o tienen más éxito que otras, dependieron de las respuestas de sus propios ciudadanos para subsistir y desarrollarse.

El escritor analiza varios ejemplos de regiones de Estados Unidos, de civilizaciones fallidas, y compara países como República Dominicana y Haití, que comparten una misma isla y sin embargo tienen perspectivas de desarrollo opuestas.

También da una serie de recomendaciones. Para él la educación es fundamental para evitar los errores del pasado, o para aprender de las fallas de otros, y esta estrategia debe ser compartida por el poder, el empresariado y la sociedad, ya que deben dialogar y, juntos, establecer medidas para prevenir o subsanar las crisis que enfrentan.

Reconozco que estamos al borde del colapso, puesto que permitimos que el socialismo del siglo XXI y sus acólitos en Cuba, con los Castro; en Venezuela, con Chávez y Maduro; en Bolivia, con Evo Morales; en Nicaragua, con Daniel Ortega, y sobre todo con Rafael Correa aquí, se proclamen “antiimperialistas”. Con esa careta destruyeron instituciones como las fuerzas del orden, controlaron organismos, soportaron y aplaudieron a cuanto guerrillero y terrorista emergía, ejercieron control sobre la prensa y montaron nuevas dictaduras, similares a narco-Estados.

El 2 de febrero, en mi columna Isla de paz, listaba los carteles mexicanos que se instalaron en el Ecuador: Sinaloa, Zeta, Michoacanos, los del Golfo. Sumen a los carteles colombianos: el de Cali, norte del valle del Cauca; quienes cual partida de “Risk”, lanzan a los dados nuestros territorios de frontera en un infernal juego.

¿Podíamos imaginarnos que hasta el edecán del presidente Moreno fuese parte de una red de apoyo al narcotráfico?

Amigos, debo reconocer que estamos peor de lo que sabemos, y si no actuamos en coincidencia de objetivos, todos, sector público, privado e Iglesia, no solo dejaremos de ser una isla de paz, sino que seremos una nación colapsada.