Un barrio que convive con sus raíces étnicas

Un barrio que convive con sus raices etnicas

Al ingresar, se observa un ambiente distinto al de cualquier barrio suburbano de Guayaquil, pues no se respira el aire de peligrosidad de otros sectores y el aspecto físico de los residentes se asemeja al de los peninsulares.

Al ingresar, se observa un ambiente distinto al de cualquier barrio suburbano de Guayaquil, pues no se respira el aire de peligrosidad de otros sectores y el aspecto físico de los residentes se asemeja al de los peninsulares.

Se trata del barrio San Pedro, ubicado en el suroeste de la ciudad, a pocos minutos del puente El Velero y a un costado de la ciudadela Ferroviaria.

Sus primeros habitantes, en gran mayoría, migraron desde Colonche a raíz de una larga sequía en el último cuarto del siglo XVIII. El gobernador de la época, Ramón García de León y Pizarro, los trajo y los ubicó en un lugar conocido como la sabana chica, situada atrás del cerro del Carmen.

A ellos se sumaron pobladores de la parroquia Caimito, perteneciente a Progreso, área rural del cantón Guayaquil.

Conservan intactas sus costumbres ancestrales, es por eso que se autocalifican como ‘cholos’ descendientes de punáes. Sus rasgos físicos lo confirman.

Su alimentación es a base de pescado y mariscos que les traen vendedores de Playas y carne de venado que les llega de vez en cuando por parte de sus familiares que aún residen en Caimito, por lo que su gastronomía es la misma que mantenían en su tierra originaria.

En festividades como el 2 de noviembre, Día de los Difuntos, aún hay familias que realizan un ceremonial idéntico al que hacían sus antepasados: preparar la comida preferida de sus parientes muertos.

“Nos vamos a descansar dejando servida la mesa. Al levantarnos, los alimentos ya no tienen sabor porque los espíritus han ingerido la esencia de ellos. Incluso por la madrugada, si nos despertamos, vemos cómo las sombras pasan a comer. Yo hasta puedo reconocer, por el tamaño y forma de los bultos, cuál de mis difuntos está pasando al comedor”, dice Verónica Yagual, moradora del lugar, quien cuidaba a su abuela, una adulta mayor de 94 años.

“Yo vine de Caimito hace 80 años a ganarme la vida en la ciudad, trabajé muchos años lavando y planchando ropa ajena”, agregó la señora.

La principal actividad en la que se dedican actualmente los hombres de San Pedro es el reciclaje. La mayoría de sus habitantes sale por las noches en triciclos a cumplir estas labores. (F)