Hace 500 años, el teólogo y sacerdote alemán, Martín Lutero, promueve lo que se conoce en la historia universal con el nombre de “Reforma Religiosa.” El inicio de este hecho queda marcado con la expedición de las famosas 95 tesis reformistas el 31 de octubre de 1517, en las cuales el monje agustino refuta algunos dogmas y principios fundamentales del catolicismo; así como la suprema autoridad del papa.

A partir de la reforma luterana, van a derivarse una serie de grupos religiosos apartados de la Santa Sede y de la obediencia a la máxima autoridad de la Iglesia católica; el romano pontífice que la gobierna con suprema autoridad espiritual y canónica.

Han transcurrido 500 años de este suceso, el mismo que originó un cisma religioso aún no superado, a pesar de los esfuerzos efectuados por volver a restaurar la unidad de la cristiandad; pero también vale destacar algo importante: La Iglesia se ha mantenido firme en su actividad pastoral y misionera en estos 500 años, a pesar de la diferencia de criterios de algunos grupos religiosos surgidos del pensamiento teológico luterano, siendo importante el hecho que tanto católicos así como quienes se rigen por el accionar heredado de la reforma; actualmente conviven dentro del mismo marco social sin ningún tipo de conflictos por razones de práctica religiosa; superándose totalmente la conflictividad que primó durante el siglo XVI al inicio del movimiento luterano.

Dr. Alberto Lucero Avilés