Lograr el cambio

¿Por qué fracasamos, en muchas oportunidades, quienes tenemos responsabilidad sobre recursos y equipos humanos para instrumentar cambios?
Todos los políticos, sin excepción, plantean dentro de sus propuestas de campaña ‘cambiar’. Pueden haberlos precedido talentos extraordinarios, o pueden haberse realizado logros remarcables, pero el discurso del cambio vende, pues los electores se cansan hasta de las buenas cosas, y si no lo creen, pregúntenles a los chilenos.
Hace unos años el profesor John Kotter escribió un extraordinario libro sobre los obstáculos que enfrentan los líderes para instrumentar sus propósitos de cambio. Definitivamente la forma y velocidad difieren de manera importante en la gestión pública y privada, pero al igual que lo expresamos en la columna de la semana pasada, hay elementos que son comunes sobre los cuales se puede construir.
El primer elemento es tener una visión clara y simple. La habilidad para que todos sepan hacia dónde nos dirigimos, es la primera virtud de quien conduce la locomotora. Luego se debe crear un sentido de urgencia. Por su naturaleza, el Estado está cómodo con ir lento o no moverse, y hay que romper la inercia. Se debe contar con una ‘coalición del cambio’, es decir el equipo clave en los puestos claves. Alguna vez escuché a Hernán Buchi decir que la profundización del cambio en Chile se logró con 500 personas comprometidas y alineadas en las funciones esenciales. Se debe también ir produciendo y comunicando pequeñas victorias. El cliente (en este caso el votante-contribuyente) necesita de forma continua conocer eventos para celebrar, consistentes con los que son sus ‘momentos de la verdad’.
Hay una serie de otros elementos a los que se refiere Kotter, finalizando sus consejos con la institucionalización en las personas de la actitud de cambio, mejoramiento, compromiso y eventual sacrificio de todos para alcanzar los objetivos, donde el resultado debe ser su bienestar. Vale la pena preguntarnos si en nuestras empresas, familias o gobierno tenemos clara una visión, estamos haciendo lo que nos corresponde con sentido de urgencia, y si somos hábiles para comunicar, a quienes debemos, aquellos logros pequeños que se van alcanzando. Siempre se puede empezar.