¡Basta!

hoy tenemos que pensar antes de salir a cualquier gestión o diligencia absolutamente necesarias
La paciencia de los ecuatorianos tiene un límite. Las condiciones en las que estamos viviendo o subsistiendo, dado el estado de inseguridad que nos rodea totalmente, nos ha llevado al convencimiento de que estamos encerrados de una jaula sin barrotes, en cuyo interior nos movemos en la medida del área de la misma, en medio de una sensación casi de terror en virtud de la existencia de un entorno prácticamente delincuencial que impera a nuestro alrededor.
En este Ecuador maravilloso, antes considerado como una isla de paz, donde podíamos movernos a diestra y siniestra sin mayores preocupaciones, hoy tenemos que pensar antes de salir a cualquier gestión o diligencia absolutamente necesarias, planificando previamente a qué hora saldremos, el tipo de vehículo a usar, la ruta que nos conducirá a nuestro destino, y durante el trayecto iremos observando las señales de tránsito donde podríamos ser víctimas de un asalto.
Ante una indefensión absoluta, esperamos que la visita a Israel mejore nuestra seguridad; pero frente a una delincuencia sofisticadamente armada, que supera a nuestra fuerza policial y militar, a la que miserablemente se le cobran hasta las municiones que gastan en la lucha contra los antisociales, se debe ‘ipso facto’ autorizar a la ciudadanía el porte de armas para poder repeler una agresión, rompiendo esa disposición maléfica del Foro de Sao Paulo que dictamina el desarme de la ciudadanía para evitar cualquier levantamiento civil ante la opresión de una dictadura sociocomunista.
En cuanto al uso progresivo de la fuerza, no deja de ser una torpeza jurídica, toda vez que el delincuente sale con el puñal o la pistola decidido a matar y debe ser reprimido velozmente y con igual firmeza, energía y sin contemplaciones.
Los últimos crímenes en el país nos movilizan a actuar de inmediato en defensa propia. Los facinerosos y asesinos se medirán al saber que enfrentan a una fuerza armada fortalecida y capacitada y a una población que se defenderá como lo hicimos contra los piratas de la Colonia ¡Auxílienos señor presidente!
Y sigo andando…