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Juan Carlos Holguín | El terror no es cosa de una semana

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Tras el ataque de Angostura en 2008, donde falleció Raúl Reyes, líder de las FARC, se denunció la vinculación de este grupo con la política

No es un buen momento para la imagen del Ecuador. El aterrador material que circuló desde nuestro país tras una cadena de atentados con bombas, vehículos incendiados o la toma de rehenes que se transmitió en vivo durante un noticiero en televisión generó una reflexión global respecto a nuestra situación.

Tras el asesinato de una niña en Santiago, el presidente chileno Gabriel Boric dijo que “Chile no es Ecuador”, queriendo explicar así que la crisis de su país no es tan grave como la nuestra.

Se podría pensar que hemos tocado fondo. Pero hemos estado así por muchos años, aunque no se transmitía en vivo. Y es que el terror no llegó a Ecuador el martes: dos días antes de la escena de TC Televisión, alias Fito había escapado de prisión; meses atrás se produjo el magnicidio de Fernando Villavicencio; en noviembre de 2022 Guayaquil amaneció con más de 18 atentados simultáneos.

La industria del narcotráfico a nivel global ha tenido un crecimiento exponencial. Basta ver el estado de la violencia cerca de los puertos de Amberes o Róterdam, pues los carteles son transnacionales. ¿Pero por qué en Ecuador este fenómeno es más visible?

El exvicepresidente colombiano Pacho Santos ha explicado que mientras el gobierno de Álvaro Uribe (2002-2010) cercaba a las FARC y a otros grupos narcodelictivos, éstos se escondían en las fronteras vecinas. Luego, ante el cambio de política contra las drogas de Juan Manuel Santos en su presidencia, se volvió a producir cocaína cerca de Ecuador y Venezuela, con total libertad, incluso con anuencia de esos gobiernos.

Por esos mismos años el expresidente Correa dispuso la salida de la Base de Manta, que era parte del plan antidrogas de la cooperación entre Ecuador y Estados Unidos. Paralelamente se prohibió la extradición de ciudadanos ecuatorianos y se dio ingreso libre a cualquier extranjero, bajo el membrete de una “ciudadanía universal”. Tras el ataque de Angostura en 2008, donde falleció Raúl Reyes, líder de las FARC, se denunció la vinculación de este grupo con la política.

Hace 14 años, Francisco Huerta, miembro de la comisión de la verdad creada por el mismo presidente Correa, lanzó una advertencia: Ecuador corría el riesgo de convertirse en una narcodemocracia. Según él mismo, esa declaración le valió muchos enemigos.

Siendo un país con una economía dolarizada y ubicado en un triángulo geográfico que facilita la logística, como el uso de las islas Galápagos para cargar combustible, junto con los elementos descritos anteriormente, el Ecuador se convierte en un destino atractivo para las operaciones ilegales.

A finales de 2023 la Fiscalía ejecutó la que es quizás la más grande operación de la historia tras la publicación de los chats de Norero. Hemos constatado que se comprueban los vínculos del narcotráfico con jueces, abogados y políticos. La fiscal general de la Nación denominó acertadamente al caso como Metástasis.

Esta metástatis muestra cómo se ha contaminado el Ecuador en los últimos años. Para salir de la crisis es necesario el fortalecimiento institucional y democrático. El Ecuador está aún a tiempo de detener este flagelo si permanecemos firmes en las duras medidas contra el narcotráfico y la narcopolítica.