Premium

Un perro más, un perro menos

Avatar del JOSÉ DE LA GASCA

Ya es hora de dejar de compadecernos por aquellos que maltratan y exijamos castigos, reparación. Esa indolencia solo nos va a explotar en la cara

Negrita es el nombre que le dieron a una perrita comunitaria, de esas que comúnmente llamamos ‘callejeras’. Así la bautizaron en la veterinaria donde tuvo que ser ingresada de emergencia, casi agónica, luego de ser arrollada dentro de una ciudadela de Guayaquil.

Resulta que el suceso no fue fortuito y todo apunta a que se trata de otro caso de maltrato animal. Pero si lo del arrollamiento con abandono nos llena de ira -o lágrimas- lo que pasó después debe espeluznarnos. Para evitar el escarnio y los costos de su recuperación, familiares del arrollador acudieron a la clínica para ‘retirarla’ y luego dejarla en otra veterinaria para que muera.

Semejantes actos de crueldad pasan inadvertidos en esta sociedad convulsionada por la violencia. Son tantos los hechos sangrientos que lo urgente en materia de (in)seguridad y zozobra no deja espacio para la atención de otras formas de violencia. Paradójicamente y sin notarlo, normalizamos la contaminación ambiental, deforestación, tráfico de especies y maltrato contra la fauna silvestre y animales de compañía.

Tanta violencia nos ha vuelto insensibles, cómodos y socialmente ciegos. Así crece la resistencia al respeto a la vida animal y a la convivencia armónica con la Naturaleza. Es que en esta insensibilidad todo se conecta, todo. Hemos cegado el entendimiento a que el abuso animal es una antesala de la violencia social y doméstica. Y por darle tan poca importancia, cada día cultivamos las olas de violencia del mañana.

Aunque nuestra Constitución consagre a la Naturaleza como sujeto de derechos y la Corte Constitucional haya enfatizado la forma como se deben tutelar estos derechos (caso Mona Estrellita), y a pesar de que la ley penal prevé sanciones contra el maltrato animal, seguimos sin crear una conciencia colectiva de respeto, tolerancia y cuidado hacia la Naturaleza y todas sus formas de vida.

Estoy convencido de que esto se acentúa por la falta de sanciones ejemplares. Ya es hora de dejar de compadecernos por aquellos que maltratan y exijamos castigos, reparación. Esa indolencia solo nos va a explotar en la cara.

Negrita hoy se recupera. La solidaridad de unos pocos la mantiene en pie. Su caso ha hecho que la ayuda llegue. ¿Llegará también la justicia?