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Fernando Insua | Olón

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En lugar de escuchar promesas y discursos del Gobierno es mejor fijarnos en la realidad que compartimos

Las limitaciones del lenguaje hablado, como apuntó Wittgenstein, son intrínsecas a su naturaleza. La imposibilidad de expresar ciertos pensamientos o sensaciones debido a la falta de palabras adecuadas, o la ambigüedad inherente a muchas expresiones, evidencian su limitación, dificultando aún más la comunicación precisa. Un ejemplo claro es la comunicación gubernamental, que al parecer está limitada por la verdad. Más aún si el gobierno que comunica no se ha bajado de la tarima y sigue en campaña. Basta citar algunos ejemplos, como decir que se está cortando el terrorismo de raíz en el país, cuando tal vez lo que se está logrando es simplemente reducir de ‘raíz’ los árboles del área protegida de Olón. Otro ejemplo de la falla de comunicación entre el Gobierno y el pueblo ecuatoriano: cuando el presidente indicó que fortalecería el Ministerio de Ambiente e incluso mencionó la aplicación de la norma ISO 26000, que establece un compromiso para tomar decisiones conscientes con la sociedad y el medioambiente. Sin embargo, la realidad detrás de las palabras es que tenemos una ministra que en apenas pocos meses inventó un país llamado Amazonía y se reunió con representantes de un Estado que no existe, “Kailasa”, aparte de desconocer el funcionamiento propio de su ministerio y exagerar las dimensiones de los ríos del Ecuador a tamaños extraplanetarios, entre otras terribles ‘perlas’ que han adornado su corta, mediática y extraña gestión. Pero eso sí, su ministerio parece saber gestionar registros ambientales polémicos, como permitir la construcción de un proyecto en un área protegida como la Reserva de Olón, donde la primera dama es accionista principal y otras figuras del régimen han tenido participación. Pero volviendo a Wittgenstein, este sugiere que más allá de las palabras, la comprensión verdadera puede surgir de gestos, contextos y experiencias compartidas que nos invitan a explorar nuevas formas de comunicación y comprensión. Así que en lugar de escuchar promesas y discursos del Gobierno es mejor fijarnos en la realidad que compartimos en la vida diaria, en las contradicciones del discurso del poder de turno, y ser más críticos con los abusos. A veces, por aferrarnos a esperanzas, le abrimos la puerta a las sombras.