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Fernando Insua: Primero de Mayo

Avatar del Fernando Insua Romero

Feliz Primero de Mayo, aunque cuando salga esta columna ya será un día después

Tenía 12 años cuando mi madre llegó alegre con un libro de grandes biografías para uno de los tres cachorros que ella criaba sola, el cachorro del medio, el mismo que les escribe esta columna. Ese libro tenía la poderosa fuerza de mostrarme la vida de aquellos hombres y mujeres que construyeron nuestro mundo. 

Pero una biografía en particular me llamó poderosamente la atención: la de Helen Keller, aquella mujer que llegó al mundo ciega, sorda y muda, y que, sin embargo, formuló una de las frases más hermosas que me sirven de esperanza en tiempos de oscuridad: “No llores porque no puedes ver el sol, porque las lágrimas no te dejarán ver las estrellas”. Alguien que no podía ver nos enseñó, por medio de la luz, un mensaje de vida. 

Esta poderosa mujer que llegó a ser escritora, conferencista de fama mundial y asesora de presidentes, lideró organizaciones de trabajadores y de derechos civiles. En 1964 el presidente estadounidense Lyndon Johnson le otorgó la Medalla Presidencial de la Libertad. Ella, que tenía profundo afecto por los trabajadores, llegó a afirmar que “el mundo no se mueve únicamente por los poderosos empujones de los héroes, sino también por la suma de los pequeños empujones de cada trabajador honesto”. 

Esos trabajadores que siguen avanzando a pesar de que les meten las manos al bolsillo de cuando en cuando para, ustedes saben, “arrimar el hombro”; trabajadores honestos a quienes de vez en cuando les suben la planilla del servicio sin justificación, les clavan una multa fantasma o simplemente los asaltan. 

Si no es el matón de esquina, es, en algunos casos, el jefe corrupto que les pasa por encima en sus derechos porque sencillamente siente que quiere o siente que puede, y con el eufemismo de “la gente lo que quiere es trabajo”, le ofrecen cualquier cosa mal pagada porque se olvidaron de que si bien la gente quiere trabajo, también quieren ver el fruto del mismo.

Helen veía lo que muchos no ven, vemos o nos olvidamos de ver: el ‘poderoso poder’ del trabajador y trabajadora honestos, capaz de mover al mundo. Feliz Primero de Mayo, aunque cuando salga esta columna ya será un día después.