Premium

Arturo Moscoso: ¿Racista?

Avatar del Arturo Moscoso Moreno

Sí, Ecuador es un país racista y lo es cada vez más

En días pasados se publicó el informe sobre Ecuador del Barómetro de las Américas de Lapop correspondiente a la ronda de 2023. La encuesta, que se hace cada dos años, arrojó alarmantes datos sobre las percepciones de los ecuatorianos en cuanto a confianza interpersonal y confianza en las instituciones, corrupción, derechos de las minorías sexuales y la democracia en general. En resumen, un escenario nada halagüeño.

En el informe también se aborda el racismo, señalando que las experiencias individuales de discriminación racial en el país casi se han duplicado durante la última década. En 2023, el 29 % de los ecuatorianos reportaron haberla experimentado en los últimos cinco años, un aumento significativo desde el 16 % registrado en 2010. Los hombres, los jóvenes y los más pobres son los que reportan mayores niveles de discriminación.

Este incremento de más de 10 puntos porcentuales en la percepción de discriminación racial la evidencia como un problema estructural en Ecuador. Lo que reflejan estas cifras es una alarmante realidad: el racismo continúa erosionando los cimientos de la igualdad y la justicia social en el país.

En este contexto, en un programa de televisión en el que participé hace unas semanas hice un comentario que subrayaba cómo el racismo sistémico en Ecuador podría impactar las perspectivas electorales de un candidato indígena. Fue un análisis basado en datos y hechos, no una expresión de opiniones personales. Lamentablemente, mis palabras fueron sacadas de contexto y distorsionadas para etiquetarme como racista.

El problema es que este acto de manipulación, más que desacreditarme, trivializa el discurso crítico necesario para desmantelar prejuicios arraigados y pone en evidencia la falta de compromiso de estos individuos con la verdad y su disposición a alimentar la división y el odio por ganancias políticas efímeras o por sus cinco minutos de fama.

Lejos de contribuir a una solución para enfrentar y desmantelar las estructuras de discriminación que aún prevalecen, eligieron ser parte del problema, demostrando que el verdadero racismo se esconde a menudo detrás de una cortina de falsa moralidad. Sí, Ecuador es un país racista y lo es cada vez más.