Espíritu cooperante

Hemos de bajar del pedestal, puesto que únicamente el espíritu solidario es el que nos va a engrandecer como ciudadanos del mundo. Hacer hogar, o si quieren familia, es un deber y un beneficio para todos; máxime en un momento en el que el número de personas desplazadas por la fuerza en el mundo ha alcanzado su máximo histórico y en el que las necesidades humanitarias aumentan. Es esencial, por consiguiente, que se avive el compromiso de acogida. No hay mayor infierno para un linaje pensante, que no alcanzar la sabiduría de las puertas abiertas, que es lo que en verdad nos da tranquilidad, que por nada puede ser turbada y menos por la vanagloria de levantar muros. Otro de los grandes errores que hemos de tratar de corregir; puesto que es inútil y alocado, es el sectarismo, el otro nombre de la imbecilidad. Ante este panorama de inseguridades, deseamos que la comunidad internacional, y cada gobierno en particular, sepan infundir en su ciudadanía ese espíritu cooperante entre culturas, incluso también entre el ser humano y el medio ambiente. De lo contrario, nos seguirá tutelando el vacío del engreimiento y el colmo de la visión borreguil del materialismo. Huyamos del desatino, ¡reconduzcámonos!

Víctor Corcoba