Cinismo y política

Castiguemos a los cínicos de la política pues su actividad afecta a toda la sociedad

El cinismo describe a un individuo capaz de mentir o engañar sin remordimiento o vergüenza. Cuando una persona o grupo ha actuado de manera evidente para obtener ciertos objetivos, ha auspiciado personas para que ocupen cargos que faciliten su logro y en la memoria de la sociedad quedó impregnada esa acción, se necesita ser verdaderamente cínico para negarlo. En Ecuador, pese a que la sociedad entera presenció cómo el Cpccs -conformado por adeptos al movimiento de un expresidente y sumisos y obedientes a dicho expresidente (algo manifestado abiertamente)-, nombró varias veces un contralor con las más altas notas posibles en un concurso, y luego el expresidente alabó el resultado y calificó “de lujo” al beneficiado de dicho concurso; es inconcebible que cuando dicha persona es encarcelada en otro país por sospechas de corrupción y ofrece colaborar dando detalles de sus actos de corrupción y mencionar otros participantes, entonces el grupo político que lo auspició, condecoró y calificó como “contralor de lujo”, salga a negar cualquier vínculo con él. Esa es una manifestación clara de cinismo. Los cínicos no merecen la confianza de una sociedad. Las declaraciones de la directora o presidenta del movimiento político que antes auspició y aplaudió dicho concurso y nombramiento, y, al expresidente que estuvo detrás del concurso y nombramiento, evidencia cinismo extremo y despierta sospecha de que reaccionan por temor a verse involucrados por la colaboración del reo de corrupción. Castiguemos a los cínicos de la política pues su actividad afecta a toda la sociedad.

Ing. José M. Jalil Haas