Cartas de lectores | Al mes de la partida de Alfredo Palacio González

Al mes de su partida… ¡paz en la tumba del doctor Palacio! Así lo nombraban sus pacientes: el doctor Palacio

Su corazón lo acompañó potente hasta su fin, hasta su partida, haciendo honor a su vida de cardiólogo; pero… más allá de su profesión, a la que amó y dedicó su días, Alfredo Palacio fue, sin duda, un humanista.

Hijo de un artista y de una madre bella, privilegió la literatura y el arte en general, la investigación, la discusión profunda, la pedagogía , mentor extraordinario, formador de innumerables generaciones de médicos y estudiantes de medicina y un amigo incondicional de sus amigos.

La política también llegó a sus quehaceres ciudadanos, junto con su gran y clarividente proyecto para el bienestar del pueblo ecuatoriano, y concibió, entonces, la estructura más completa, honesta y solidaria que se haya diseñado en el país: el aseguramiento universal de salud. Plan producto de su lucidez y del discernimiento inteligente de que sin salud no hay futuro para los pueblos.

Por desgracia, como muchas de las grandes aspiraciones de la nación, quedó trunca.

Su legado de hombre honesto, probo, intachable y luchador, amante de la vida, debe llenar de orgullo a su familia, María, su esposa, sus hijos, Ana María, Llinca, Alfredo III y Carola, sus nietos y hermanos.

Al mes de su partida… ¡paz en la tumba del doctor Palacio! Así lo nombraban sus pacientes: el doctor Palacio.

María Cecilia Loor de Tamariz