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Sauces 9. Así permanecen las veredas de las calles Enrique de Grau Ruiz y 2° Pasaje 3A. En el sitio, ciudadanas como las de la foto se ven obligadas a desplazarse con el coche sobre el concreto. Agencia (ag-extra)Christian Vinueza

La venta informal le cierra el paso al peatón en los barrios

El problema se agudiza en la Alborada, Sauces y Álamos.  Fallan los controles La ciudadanía dice estar harta de que el Cabildo sea “cómplice del desorden”

Que no son solo las vallas publicitarias y el mobiliario urbano lo que le quita espacio al peatón o dificulta su movilidad sobre las aceras en Guayaquil, que las trabas también las pone el comerciante informal, reclaman los habitantes de barrios como la Alborada, Álamos Norte y Sauces, donde este problema toma cada vez más fuerza.

Los comerciantes avanzaron de la bahía al Municipio para exigir a la autoridad respeto al trabajo.

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“Estamos hartos. Cansados de no poder caminar sobre nuestro terreno y, más aún, hartos de que el Municipio no haga nada y sea cómplice de esta situación que pone a todas las familias en riesgo. Por los informales, nos vemos obligados a caminar sobre la vía, como si fuéramos camiones, buses, motos”, se queja Gustavo Albarracín, de la cuarta etapa de la Alborada; mientras intenta cruzar entre las decenas de comerciantes que permanecen en un tramo de la vereda de la avenida José María Egas, donde hasta las peatonales se han convertido en una especie de feria.

Para evitar el problema, el Municipio no solo debe poner orden, sino revisar el uso de suelo. Y es que hay negocios establecidos que también incumplen normas. Hay caos por todos lados.

Karla Maldonado,
líder de Samanes

En este lugar, como lo comprobó EXPRESO en un recorrido, se torna difícil caminar. Solo allí, una veintena de puestos evita que el peatón circule. Las aceras están ocupadas por vendedores de comida, pijamas, ropa interior y zapatos, que incluso son colgados en las rejas de las viviendas o los negocios del sector.

Hecho.Por la cantidad de informales que hay en las calles de la Florida Norte, el tránsito se ve obstaculizado. Allí el peatón, indistinto de su edad o condición, se ve obligado a usar la calle.
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Alborada. En la José María Egas, hasta las peatonales son corchadas por vendedores que instalan sus puestos hasta pasadas las 18:00. Agencia (ag-extra)Christian Vinueza

Cristopher Andrade, quien vive a escasas cuadras del centro comercial Plaza Mayor, no entiende cómo, pese a las denuncias, nadie ha logrado ordenar a los vendedores ambulantes. Tal como pasa en el sector de la Bahía, las familias no se oponen a que trabajen, pero sí a que lo hagan de tal forma que invadan el espacio de los ciudadanos. Urbanistas consultados por EXPRESO, ayer, sugirieron a la Alcaldía que habilite espacios amigables, para que ellos puedan ofrecer sus productos y, paralelamente, estos puedan explotarse turísticamente.

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Los ciudadanos lo creen necesario. “Si a todos los ponen en dos o tres zonas fijas y se despejan las veredas, los barrios no lucirán tan caóticos. No sé si a la gente le gusta vivir rodeada de bulla y pendiente de si un carro te atropella por invadir también su espacio. Yo, por ejemplo, tengo que aguantarme los bocinazos de los conductores; y claro, es mi culpa”, reconoce Mario Almeida, un adulto mayor que vive en la calle Enrique de Grau Ruiz en Sauces 9, donde por la cantidad de vendedores informales es difícil hasta ver qué productos venden en los negocios formales allí instalados.

Y es que solo en la intersección con el 2° Pasaje 3A, ni las personas que van a pie, ni los adultos mayores con bastón o en sillas de rudas, ni las madres que pasean a sus niños en coche, pueden transitar. Y no necesariamente porque la vereda sea estrecha... Allí, como se observa en la imagen adjunta, las personas optan por tomar el camino menos complicado pero más riesgoso.

Más allá de la sanción, se necesita darle opciones al informal. Facilitarle préstamos y darle cabida en las ferias barriales, sería idóneo para crear comunidad e incrementar el respeto hacia la zona.

Geofredo Calle,
líder barrial de Urbanor

“Esa joven no tendría por qué ir con el coche a un costado de la vía. La acera debería ser su burbuja. Si la atropellan, quién responde: el vendedor, el Cabildo o los metropolitanos que rondan solo cuando les conviene. De seguro nadie”, cuestiona la residente Zulema Santiestevan.

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En la avenida principal de la Alborada, este es el escenario que se percibe a diario. Agencia (ag-extra)Christian Vinueza
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El mismo panorama lo comparten los vecindarios de Álamos Norte y el Cóndor, cuya avenida principal -la Destacamento Base Sur- en los últimos dos meses se ha llenado de fruteros y comerciantes de legumbres. “La ciudad se está yendo a pique, y es que si lo analizamos bien, no hay rincón donde no haya informales, ahora se han asentado hasta en vía a la costa. Si la alcaldesa no quiere reconocer que hay un problema, que alguien entonces se lo diga. Guayaquil no puede volver a ser la ciudad que era hace décadas”, piensa Federico Delgado, del Portón del Álamo.

Sobre qué medidas se han tomado y si se prevé ubicar a los informales en un solo espacio y bajo qué características, el Municipio no ha emitido comentarios, pese al cuestionamiento que le hizo este Diario. Tampoco ha revelado las cifras de las denuncias registradas entre el 2020 y 2021, por las supuestas coimas que cobran los metropolitanos para permitirles trabajar.

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En la cuarta etapa de la Alborada, la acera y la calle es ocupada por los vendedores ambulantes.Christian Vinueza

“He visto que les cobran, a diario, entre 2 y 3 dólares. Pasa en todo el norte y la Alcaldía lo sabe. Si quieren arreglar todo el caos que la entidad vive internamente, que empiecen por no permitir que su gente cobre un centavo más a los vendedores. Limpien de una vez por todas la institución”, exhorta Ana Gustavino, de Samanes.

Arturo Torres, quien vive en la Alborada hace 28 años y coincide en esa petición, hace un llamado a que los metropolitanos multipliquen sus rondas (siempre que su labor sea monitoreada) y hagan base en las calles más conflictivas; y al mismo tiempo, que los habitantes se unan en una sola fuerza para recuperar el espacio que les pertenece.

“Si los propietarios de los negocios colocan cámaras y no permiten que sus aceras sirvan de ferias y denuncian cada caso, se irá eliminando de a poco el problema. Hay quienes ya lo están haciendo. En Plaza Mayor, donde la molestia era permanente, sus dueños han actuado y finalmente hay armonía. Si la autoridad no actúa, entonces demos el paso nosotros. No hay razón para vivir en caos, peor para acostumbrarse a vivir mal, sin normas o pisoteándolas”, sentencia.