Se termina el castrismo

La designación de Miguel Díaz-Canel como sucesor de Raúl Castro en la presidencia de Cuba no significa que la era castrista ha concluido. El cambio de apellido en la dirección de ese país no altera ni el modelo vigente, ni la forma de vida de su población, ni la cosmovisión que todavía conserva un influyente porcentaje de sus habitantes.

Cuba pasó rápidamente de una situación política de previsiones democráticas a una realidad de creciente autoritarismo, de dominación unipartidaria sobre su sociedad y de mesianismo indiscutido al mando del poder político. El triunfo de la Revolución ese primero de enero de 1959, y la huida de Fulgencio Batista, en lugar de asegurar una recuperación de la democracia a través de elecciones no fraudulentas como era la aspiración ciudadana, abrieron el camino para que el país caribeño se convirtiera en una pieza eficiente al servicio de los intereses soviéticos, en momentos de crucial confrontación -la denominada Guerra Fría- entre la URSS y los Estados Unidos. Diseñado políticamente así ese modelo, el Estado cubano pasó a imponerse sobre su sociedad, utilizando un poderoso y eficaz instrumento, el Partido Comunista, para someter cualquier intento alternativo y acallar cualquier voz opositora. El justificativo para legitimar esa pesada estructura de sumisión ha sido el supuesto “riesgo” de la Revolución frente a la “amenaza constante del imperialismo”. Con ello, y convertida en razón de Estado la convicción de que el “futuro socialista” estaba por sobre cualquier demanda social, se impuso un modo de vida en el que las necesidades y las aspiraciones de los hombres quedaban en un segundo plano.

Muy débil ha sido cualquier aspiración o reclamo colectivo en contra de esa situación de ausencia de libertades. Y ante eso, ha terminado por imponerse el esfuerzo individual, expresado en una realidad en la que coexisten la angustia de soportar las privaciones cotidianas, el arte sorprendente para hallar lo indispensable, y la espera de la más mínima oportunidad para salir.