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Iran
A un grupo de mujeres iraníes se les permitió asistir a un partido de fútbol con el rostro descubiertoefe

El desencanto cala en los jóvenes iraníes tras seis meses de protestas

Manifiestan que tarde o temprano conseguirán las libertades que anhelan muchos iraníes

Desencanto. Ese es el sentimiento de muchos jóvenes y mujeres iraníes seis meses después del comienzo de las protestas desatadas por la muerte de Masha Amini ante los escasos cambios que se han logrado a un alto coste.

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La joven kurda de 22 años murió hace seis meses bajo custodia policial tras ser detenida por la Policía de la Moral por no llevar bien puesto el velo islámico en Teherán, lo que desató unas protestas que han pedido el fin de la República Islámica.

Armados con la imaginación y teléfonos móviles, jóvenes iraníes protestaron en calles, universidades y hasta colegios al grito de “mujer, vida, libertad” durante meses.

Lo que es más, muchas mujeres quemaron sus velos y bailaron en las calles del país, en unos actos impensables pocas semanas antes. Se permitieron soñar con un Irán diferente a la teocracia fundada por el ayatolá Ruholá Jomeiní en 1979. La revolución estaba a la vuelta de la esquina. La libertad les esperaba.

La República Islámica recurrió a la fuerza y una represión que ha causado cerca de 500 muertos, la detención de docenas de miles de personas (de las que 22.000 han sido indultadas) y en las que han sido ahorcados cuatro manifestantes, uno de ellos en público.

Protestas
La policía interviene mientras la gente protesta frente a la embajada francesa en Teherán, Irán, el 11 de enero de 2023ABEDIN TAHERKENAREH

A causa de esa represión las protestas casi han desaparecido, más allá de fugaces fogonazos, como ocurrió la noche del martes durante la celebración del festival del fuego iraní o “Chaharshanbe Suri”.

El alto precio en muertes y detenciones ha hecho calar el desencanto entre muchos de los que soñaron con otro Irán. “No ha cambiado nada”, dice Kyra, una vecina de Teherán que desde hace meses no usa el velo, en un gesto de desobediencia civil.

“El movimiento de las protestas no ha sido reconocido por el régimen”, explica la mujer, lo que para ella significa que el Gobierno no está dispuesto a aceptar cambios. Cierto, las autoridades anunciaron en diciembre de manera confusa el desmantelamiento de la temida Policía de la Moral, azote de mujeres que no se cubrían la cabeza o el cuerpo lo suficiente.

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Y muchas mujeres continúan su lucha dejando al aire sus melenas, sin el velo, uno de los símbolos de la teocracia iraní. Pero para Kyra no es suficiente, las leyes que imponen el velo no se han eliminado y cree que el problema no solo es el Gobierno.

“Puedes ir sin velo por el norte de Teherán, pero por los barrios del sur, más conservadores, la gente te dirá de mala manera que te lo pongas”, explica. “La mentalidad de mucha gente sigue intacta en un país que en el fondo es muy tradicional”, continúa.

Darejani, otra vecina de la capital iraní, coincide con Kyra. “Lo único que ha cambiado es que muchas mujeres vamos sin velo”, explica con su melena morena al descubierto.

Pero esta madre de dos adolescentes teme que las autoridades van a imponer de nuevo el hijab, de una manera u de otra. “Hay bancos en los que no te atienden si no llevas velo”, dice.

Darejani estima que detrás de todo lo que ha ocurrido hay sobre todo un cambio generacional y apunta a sus hijas adolescentes, absolutamente reacias a cubrirse la cabeza con un trozo de tela.

“¿Qué va a hacer el Gobierno con mis hijas y sus amigas?”, se pregunta. Raffaele Mauriello, iranólogo y profesor titular de Lengua y Literatura Española de la Universidad Allame Tabatabaí en Teherán, apunta también al cambio de generación más que a cambios políticos.

“No es un cambio paradigmático. Es un paso generacional”, explica. Se refiere a la generación de los 1380 (según el calendario iraní, los nacidos desde el 2000), que llegaron al mundo décadas después del triunfo de una Revolución Islámica con la que no se identifican.

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Y ve a su alrededor “mucha desilusión” tras las “fallidas” protestas. “Muchos de los jóvenes que han protestado han visto con sus ojos que no es tan fácil cambiar las cosas”, sostiene. Pero entre el desencanto hay quien todavía ve atisbos de esperanza.

“Hay más solidaridad entre la gente”, cuenta a otra vecina de Teherán. “Cuando voy por la calle sin velo y me cruzo con una mujer también sin velo nos guiñamos un ojo o hacemos el gesto de la victoria con los dedos”, asegura.

Y también cree que muchos hombres son ahora menos machistas y apoyan más a las mujeres a consecuencia de las protestas. “Habrá cambios, pero llegarán de forma más lenta de lo que queremos”, dice, convencida de que tarde o temprano conseguirán las libertades que anhelan muchos iraníes.