
Como llevar una vida en un FRIO DE -50°C
Cinco meses dura el invierno con apenas seis horas de luz. Este año se han cancelado todos los vuelos hasta la primavera y los víveres les llegan solo por una carretera federal.
Gloria Rodríguez Pina EL PAÍS especial para expreso
Oymyakon es un remoto pueblo ruso de 920 habitantes al este de Siberia, ocupa el primer puesto y exhibe para reclamarlo sus -50ºC de temperatura habitual en invierno. Los responsables de la web oficial de turismo, oymyakon.ru, cuentan cómo es vivir en un lugar donde el frío congela las lágrimas, la barba, las pestañas y todo lo que no esté cubierto.
El frío tiene otros inconvenientes, algunos bastante irónicos. Por ejemplo, las cañerías se congelan, así que los servicios están en pequeñas casetas de madera a la intemperie, con letrinas cavadas en la nieve. El meteorólogo del canal español TVE Mario Picazo hizo un reportaje desde allí y contó que hasta el papel higiénico está congelado. En la oficina de turismo nos cuentan que esta costumbre es lo que más sorprende a los visitantes.
El suelo está tan congelado que tampoco pueden cavar tumbas. Si alguien fallece, tienen que hacer hogueras para poder derretir el hielo antes de meter el pico y la pala.
A -60 ºC no puedes respirar si no es cubriéndote la cara. “A menos 50 es casi imposible correr”, contaba un residente. Según su relato, su perro lamió un barril de agua y se le quedó la lengua pegada. Una joven recién llegada al pueblo aprendió la lección número uno al ser madre: hay que asegurarse de que los niños no toquen ni chupen nada metálico para que no les pase lo mismo.
Según The Weather Channel, en 1924 llegaron al récord de 71,2 grados bajo cero. En octubre los termómetros empiezan a marcar entre -15 y -20 grados y el invierno se extiende durante cinco meses con apenas cinco o seis horas de luz al día. En mayo va llegando el calor y en julio, el mes más cálido, pueden llegar a estar a 34 ºC.
“Lo normal es que en invierno haga -50 ºC. Cuando hace entre -45 y -40 es casi cálido. Entre -58º y -64º hay heladas extremas”, explica Max, de la oficina de turismo. Cuando hace demasiado frío no se puede hacer deporte en la calle, pero bien abrigado sí se puede estar fuera y pasar tiempo en el bosque, a donde suelen ir a cazar o a cortar leña.
Los coches no solo no duermen fuera de casa, sino que tienen garajes con calefacción. “Los motores no arrancan a -20 ºC y a -50º C se quedan como un témpano”, nos cuentan.
Los aviones no vuelan a esta zona en invierno cuando se registran -60ºC. Este año se han cancelado todos los vuelos hasta la primavera y las mercancías les llegan solo por la carretera federal Kolyma. La ciudad grande más cercana, Yakutsk, está a 929 kilómetros de distancia, pero en el distrito de Oymyakonsky hay otros cinco pueblos y en total son unos 5.000 habitantes.
“Tenemos de todo. Gimnasio, café, clubs, bibliotecas, museos, tiendas, farmacias”. También hay médicos de atención primaria y pediatría, y si ocurre algo más grave, trasladan al paciente a la ciudad. A Max, de 30 años, le gusta pasar su tiempo libre en el gimnasio, pescando y viendo películas americanas.
La tinta de los bolígrafos se congela y las baterías duran muy poco. Los mecanismos de las cámaras de fotos sufren bastante. Pero según nos cuentan, no es cierto que no tengan teléfonos móviles, como se dice a veces. “Tenemos Internet, wifi y televisión por satélite y todo el mundo tiene móviles. Se congelan si los sacas en la calle, pero los llevamos en el bolsillo”.
La calefacción es por cuenta de una central térmica que sirve a todo el pueblo y funciona con carbón las 24 horas del día. “Las casas están muy bien preparadas para el frío”, dice Max. Lo que no tienen es agua corriente, porque se congelan las tuberías. “En otros pueblos cercanos sí tienen y puedes ir allí por agua o a lavar el coche, aunque en verano los lavamos en el río”.
La dieta es fundamentalmente carnívora, porque no hay planta que agarre en ese suelo helado y las frutas y verduras son muy caras. Algunas de sus especialidades culinarias incluyen carne de venado, de ternera y potro. El fotógrafo Amos Chapple, que visitó la aldea en 2013 y cuyo trabajo recoge la revista Wired, menciona también el pescado crudo y sangre de caballo con pasta.
En sus orígenes la aldea era una parada de pastores de renos que aprovechaban las aguas termales de un manantial que da nombre al lugar. La Unión Soviética, que quería acabar con el nomadismo, les empujó a asentarse allí sobre 1923. De esas termas viene el agua de uso doméstico que llevan a diario a las casas en un camión cisterna y que sirve también para alimentar el sistema de calefacción. El agua potable la obtienen rascando el hielo del río.
Los niños no pueden estar fuera cuando la temperatura baja de -68 ºC. Con -49 ºC pueden jugar en la calle solo durante 20 minutos. A -58 ºC cualquier parte de la piel expuesta al frío se congela rápidamente. Un mes al año los niños no van al colegio porque la temperatura está por debajo de -54 ºC. Las clases en el instituto se suspenden cuando hace -58 ºC. “Nosotros usábamos estos días para ir a cazar al bosque, pero ahora probablemente se dediquen a jugar en el ordenador”, responde Max.
El frío extremo tiene alguna ventaja, como que las casas no necesitan nevera. Si dejan los alimentos en el porche se congelan. Pero la ropa húmeda se convierte también en una placa de hielo en cuestión de minutos, como se puede ver en un vídeo del estudiante de meteorología Sebastian Bladers.
A pesar de lo lejos que está de todo, a la aldea llegan entre 300 y 400 turistas al año, atraídos por las temperaturas extremas, que se entretienen con las carreras de renos, la pesca a través del hielo y las aguas termales.