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Juicio político al excontralor Pablo Celi, 16 ago. 21
Excontralor. Durante cuatro horas (tres de defensa y una de contrarréplica), Pablo Celi se dirigió al Pleno de la Asamblea. Afuera, la policía lo espera.Henry Lapo / Expreso

Jucio político a Pablo Celi: el correísmo pide una purga

El debate del juicio político contra Pablo Celi está por arrancar.  Los interpelantes quieren anular todo lo actuado por el CPCCS de transición. Y quieren más cabezas.

Los asambleístas glosados por la Contraloría (Pabel Muñoz, Luisa González, Salvador Quishpe, Guadalupe Llori... 32 en total, según la información de que dispone la Comisión de Fiscalización) debieron respirar aliviados: Pablo Celi prescindió de exhibir sus trapos sucios a la vista del público. No fue, por tanto, un juicio político sangriento como se esperaba. Nomás la carpeta “sobre operaciones económicas sospechosas” del interpelante principal, el correísta Juan Cristóbal Lloret, fue entregada por el excontralor a la Presidencia de la Asamblea para que “se la verifique con la Unidad de Análisis Financiero”. Lloret empezó la jornada jactándose de su solvencia moral para juzgar al resto y terminó averiado.

Pasadas las seis de la tarde, el debate en el Pleno estaba por arrancar tras las intervenciones de los interpelantes y del acusado (cinco horas en total), y las respectivas réplicas (dos horas más) que no aportaron más que pirotecnia retórica al juicio. Todo transcurría de acuerdo con el guion correísta que privilegia la acusación de arrogación de funciones y concede tan poca importancia a las demás, que la interpelante Viviana Veloz dejó la última (precisamente la que trata sobre el desvanecimiento de glosas) para los últimos tres minutos. Y no alcanzó a desarrollarla. “Siempre le concede tiempo a otros legisladores -dijo Veloz, rogando a la Presidencia por cinco minutos más- y ahora estamos en un juicio trascendental”. Pues por eso mismo. La presidenta se lo negó.

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Nada nuevo con respecto a lo ya dicho en la Comisión de Fiscalización. Solamente hubo, de parte de los acusadores, nuevas consignas que esta vez se esforzaron por rimar: Celi-impostor-vendiste-la-Contraloría-al-mejor-postor, repetía Veloz a cada rato, pletórica de dicha por su hallazgo. Celi-mafioso-como-tu-sobrino-mañoso, glosó Lloret a gritos, una, tres, siete veces. “Estribillos de cantina”, replicó Celi, cuyas habilidades retóricas superan con creces a las de sus oponentes y a aquellas, paupérrimas, del Pleno de la Asamblea en su conjunto.

Por lo demás, la interpelación correísta dejó al desnudo sus intenciones: si Lloret había anticipado por escrito, a la Comisión de Fiscalización, su interés por censurar al excontralor con el fin de anular todas sus actuaciones de cuatro años (lo cual liberaría de glosas a buena parte de su bancada y de sus dirigentes), Veloz fue un paso más allá: arremetió contra todo el régimen de transición en el Consejo de Participación Ciudadana. “Esta crisis institucional -dijo- requiere una acción urgente de este parlamento. Una purga urgente en todas las funciones del Estado para sacar a los residuos del morenato y del trujillato. Eso debe hacer este parlamento”. En otras palabras: quieren la cabeza de la fiscal (a la que también nombró) y la Corte Constitucional.

Celi arrastró a los correístas. Los llamó mafiosos, delincuentes, pigmeos morales e intelectuales... “El asunto medular que conduce a las marionetas que fungen de interpelantes -dijo- está en la venganza del sátrapa que los maneja, empeñado por dinamitar el trabajo de la Contraloría. Esto es un verdadero segundo incendio de la Contraloría, solo que esta vez calcinando su prestigio”. Eludió buena parte de las evidencias en su contra haciendo un no solicitado informe de labores en el que cargó las tintas sobre las auditorías realizadas bajo su gestión y que afectaron los intereses del correísmo, empezando por las auditorías de la deuda y de la seguridad social. Y dedicó la mayor parte de su tiempo de defensa a argumentar sobre lo que denominó “groseras violaciones procedimentales” del juicio político. “Un amasijo informe y además sin informe”, concluyó.

En algo tiene razón Celi: el Pleno pasó por alto un detalle. Al haber aprobado, en ausencia del informe de la Comisión, el informe de posiciones de sus miembros, dejó sin establecer los cargos del juicio político. Por eso el excontralor puede argumentar que “no está clara la materia del juicio”. Es evidente: no todos los integrantes de Fiscalización coinciden en los mismos cargos. Tres de ellos (los correístas) incluyen la causal de arrogación de funciones. El resto, la desecha. ¿Cuál es la posición del Pleno? ¿Acusa o no a Celi de ese cargo?

Al final de su intervención de réplica, el interpelante Juan Cristóbal Lloret presentó la única moción del juicio político: censurar a Pablo Celi “por los hechos que se desprenden de la solicitud de juicio político en su contra”. Luego, la presidenta Guadalupe Llori abrió un receso. Al filo de las seis y media, se reinstaló la sesión. Quedan horas de debate por delante.

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