Josep Piqué es el presidente de la Fundación Iberoamericana Empresarial.

Josep Pique: “Es clave tener un proposito unico ante la tragedia de Venezuela”

Luego de que el Gobierno de Lenín Moreno archivara a la Unasur y ALBA, dos de los proyectos emblemáticos de integración que cuentan con la impronta del socialismo del siglo XXI, el país se prepara para redireccionar su ruta comercial. Su meta ahora es

El presidente de la Fundación Iberoamericana Empresarial visita Ecuador durante el encuentro para avanzar en la integración de Ecuador a la Alianza del Pacífico. Josep Piqué, político español conocedor de la experiencia de los países europeos en la conformación de la UE, analiza cómo Ecuador tiene aún camino por hacer para unirse al bloque sudamericano.

- ¿No hay más riesgos que beneficios para una economía pequeña y dolarizada como la de Ecuador si entra en la Alianza del Pacífico?

- La palabra clave es competitividad. El éxito o fracaso de un país no depende tanto de su política monetaria sino de su capacidad para hacer reformas estructurales y ser competitivo en un país abierto, con un mercado laboral eficiente, un mercado de capitales que funciona adecuadamente, cuando se invierte en educación, en investigación y desarrollo tecnológico. Ese es el mensaje que está enviando el Gobierno ecuatoriano y es un acierto.

- Unirse a la Alianza requerirá estandarización de normas y comportamientos. ¿Cómo encaja la corrupción?

- La corrupción no es privativa de nadie desafortunadamente y acaba siendo un cáncer para las instituciones democráticas. Todo lo que se haga para erradicarla es poco, tanto en el sector público como en el privado. Por eso insistimos tanto en las buenas prácticas corporativas que permitan identificar irregularidades incluso antes de que se produzcan. Evidentemente, un país que tiene mecanismos de asignación de los recursos basados en la corrupción, tiene poco que ver con un país institucionalizado y con seguridad jurídica. Sin ese combate, no puede convertirse en un país que sea percibido como un Estado serio. Pero el Gobierno ecuatoriano está en esa línea.

- ¿Fue bien recibido internacionalmente el cambio de tinte político de Lenín Moreno?

- Antes de eso, es importante contar por qué la Fundación Iberoamericana empresarial, que tengo el honor de presidir, decidió convocar esta reunión en Ecuador, pese a no ser aún un país miembro de la Alianza. Las cuatro anteriores se han celebrado en España, que es país observador, y en Perú, Chile y México. Decidimos hacer este encuentro de forma extraordinaria, precisamente a la vista del cambio de orientación política del Gobierno ecuatoriano. El presidente Moreno vino a España en febrero del año pasado y me pareció enormemente interesante lo que contaba, pese a que entonces no fue tan específico sobre la voluntad de integrar a Ecuador en la Alianza. Pero sí que se intuía esa idea por el abandono de Ecuador de la ALBA. Merecía la pena ser apoyado. Al cabo del tiempo, me entrevisté con responsables del gremio empresarial; queríamos hacer unas jornadas de apoyo a esa voluntad de unirse a la Alianza y eso se ha transformado ahora en una realidad.

- ¿No desconcertó que fuera un cambio tan drástico?

- Es verdad, en términos diplomáticos, que hay cosas que se plantean utilizando eufemismos, pero en determinados momentos la claridad es fundamental. Es muy de agradecer. Es una muestra, más allá de las críticas que son legítimas, de extraordinario coraje político. Y eso se valora.

- ¿Ese entusiasmo se traducirá en un proceso de integración ágil?

- Es complejo el proceso porque se trata de negociaciones que no son con la Alianza propiamente dicha, sino con los países. Porque una de las características de la Alianza es el pragmatismo, la voluntad de no burocratizar los procesos. Ecuador tiene mucho trabajo ya hecho con Colombia y Perú. Chile está teniendo una actitud, ahora que tiene la presidencia pro témpore, muy proactiva. Y, probablemente, la parte más compleja es con México.

- ¿Fechas?

- He visto a las autoridades del Gobierno ecuatoriano convencidas de que para la segunda mitad del año próximo se pueda producir ya la incorporación formal.

- Y entonces, ¿cómo cambiará el peso geopolítico de Ecuador?

- Nosotros defendemos los procesos de integración económica para tener un lugar relevante en el mundo, porque el mundo se está caracterizando por la tensión entre dos grandes polos, que son EE. UU. y China, y por el protagonismo de actores muy importantes como Rusia, pero no es el único. Tenemos que preguntarnos por el papel de Europa y de América. Si América Latina y Europa confían en sí mismos, podemos avanzar en un momento de repliegue anglosajón y de expansión de poderes que no comparten nuestros valores, como China y Rusia. A medio plazo ojalá pueda hacerse una convergencia del proceso de integración de la Alianza del Pacífico y de Mercosur.

- ¿Cómo se convence a los ciudadanos de que conformar un bloque funciona y es beneficioso para ellos?

- Pensando en el balance. Estos procesos de integración generan ganadores y perdedores. Lo importante es pensar que las ganancias pueden ser mayores que las pérdidas. No estoy diciendo que no haya que ocuparse de no generar márgenes; pero para Europa, la UE fue clave a la hora de mejorar nuestros estándares, en la creación de empleo y en el bienestar para los ciudadanos. España es un ejemplo. Hay que enfatizar ese aspecto. Hay que ver cómo la UE ha mejorado la vida de los ciudadanos y transmitirlo a las sociedades de la Alianza del Pacífico. Que va a tener un resultado positivo para los propios ciudadanos.

- Bueno, pero la Alianza del Pacífico aún está enfocada en un aspecto más económico y comercial que político.

- No me parece mal en absoluto. Durante años, a la UE la llamábamos el mercado común porque era un proyecto fundamentalmente económico, pero después recuperó un carácter político. Para la Alianza del Pacífico es aún prematuro, pero quizás debería empezarse a hablar mucho más de que es un proyecto económico, pero también político, y explicárselo a los ciudadanos. La Alianza todavía no ha entrado en una etapa de institucionalización, de tener una secretaría general y unos organismos propios como es la Comisión Europea. Pero en algún momento sería deseable que las negociaciones de puertas afuera las asumiera la Alianza del Pacífico y no los cuatro países miembros en paralelo.

- ¿Todo ese proceso de integración no está en riesgo si hay cambios de tendencia política?

- No depende de la alternancia política, sino de políticas de Estado. Ahora con López Obrador, uno podría haber pensado que la posición de México iba a ser distinta, pero ha sido favorable al mantenimiento de la Alianza y está negociando de buena fe con Ecuador.

- ¿Y Venezuela? ¿Será un punto de discrepancia o, quizás, uno de unión en el que germine el espíritu de la Alianza?

- Lo segundo, sin ninguna duda. Todos sentimos como una tragedia, como un gran desgarro interno lo que está sucediendo en Venezuela. Es un problema que nos afecta a todos y de manera directa a todos los países de América Latina. En primer lugar, a Colombia, pero también a Ecuador, a Perú, a Chile, a Brasil... Y, por lo tanto, establecer una voluntad única y un propósito único por parte de los países de la región me parece fundamental.