Jaime Nebot esta fregado

No siempre se tiene el sartén por el mango. Jaime Nebot Nebot está viviendo esa experiencia en este momento. Está atrapado: ha disparado en su partido todos los mecanismos para ser candidato a la presidencia de la República y, sin embargo, no ha tomado la decisión de serlo.

En el balance esto tiene cosas favorables para él: lo mantiene con plena vigencia en la vida política nacional. Le permite ser el líder indiscutido en su partido y en el grupo parlamentario. Disuade a aquellos que sueñan con judicializar acciones y decisiones suyas. Pero la indecisión tiene sus costos: su aparato está parqueado en medio de un microclima esquizofrénico: está activado alrededor de su candidatura, pero está paralizado por carecer de certezas. Y entre ellas, una que mortifica a los cuadros socialcristianos: ¿cuándo Nebot hará su anuncio? Si espera hasta mediados del año entrante y si su respuesta fuese negativa, hay un plan B (pero tampoco se conocen nombres). En ese caso, vuelve el ciclo de dudas: ¿ese sustituto tendría tiempo de posicionarse y superar la campaña de Cynthia Viteri que, en 2017, llegó en tercera posición y obtuvo 16 % de votos?

La disyuntiva de Nebot no es sencilla. Monopolizar la atención de su partido, mover la maquinaria públicamente para erigirse en candidato necesario y ganador, ha levantado expectativas que están lejos de ser cheques en blanco. Sus colaboradores saben, además, que no asumirá la candidatura si no está seguro de poder ganar. No solo eso: quiere contar con condiciones que le aseguren poder hacer una buena presidencia. Este es, entonces, otro microclima esquizofrénico para Nebot. Por un lado, se estrechan las posibilidades de decir que No. Y por otro lado, aumenta la desazón y el convencimiento, entre los suyos, de que su líder está inmóvil ante un muro que necesita saltar.

La espera tampoco será gratuita si anunciara una decisión negativa. En ese caso, sus ventajas coyunturales (referente, liderazgo, inmunidad...) se desvanecerían. Y le sería muy difícil conservar su predominio sin pasar el testigo en su partido. Cuadros suyos creen, en este escenario, que su espacio político se le reduciría no solo en el partido sino en la sociedad y frente a un futuro gobierno: Nebot no puede pretender mirar eternamente los toros desde la barrera y querer que el torero haga la faena según sus directivas.

Otro microclima esquizofrénico que vive el PSC tiene que ver con el perfil de Nebot. Amigos suyos cuentan que alguna gente se le acerca pensando encontrar en él al socialcristiano de los años 90. El hombre de la mano dura y de “ven para mearte...”. Ese Nebot, que sectores de extrema derecha quisieran, está archivado, dicen sus amigos. Nebot corre hacia el centro por convicción y por votos. Pero, aparte del alcalde exitoso y del hombre con experiencia, ¿cómo se venderá Nebot a los electores en caso de asumir la candidatura? Su distanciamiento con el gobierno de Lenín Moreno muestra que está dispuesto a exacerbar la línea del populismo nefasto y mesiánico que está probado en cierto electorado. Esa deriva puede incrementar la resistencia que tiene en la sierra y, sobre todo en Quito. Sus seguidores dicen que ese índice había bajado, pero habrá que ver tras su apoyo al paro de los transportistas, originado en su protección al sector pesquero, que, junto con correístas y sectores indígenas, pusieron un ultimátum al presidente: ceder o dejar el poder. El giro que toman las cosas en el país, puede convertirlo no en un ganador sino en un responsable más del caos.