
La iglesia que se volvio un hospital en Bahia
El dispensario del IESS, ubicado en las calles Malecón Alberto Santay y Riofrío, en el centro de Bahía de Caráquez, sufrió pocos daños en la fachada. Lo más grave fue en el interior, por lo que se recomendó no trabajar allí.
“No importa la religión, lo importante es el servicio que se está prestando en este tiempo de crisis”, dice el director médico del IESS en Bahía de Caráquez, Wilson Intriago
Él –junto con 106 funcionarios, entre médicos y asistentes administrativos– atiende a los enfermos en el ala sur de la iglesia mormona Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Allí se ubicó el dispensario médico. Está en el barrio Cristo del Consuelo, en la parroquia Eloy Alfaro.
En lugar de las bancas o un púlpito, están los servicios de medicina general, cardiología, pediatría, nefrología, neurología dermatología y otorrinolaringología. También cuenta con servicio de ambulancia.
¿Cómo llegaron allá? La noche del terremoto todo fue un caos, recuerda el doctor Intriago. “Nos instalamos en la zona de la Capitanía del Puerto, al descubierto, con camas improvisadas”, cuenta a EXPRESO. Por ser una zona de riesgo, los infantes de la Marina les dijeron que no podían quedarse ahí.
Pero tuvieron su milagro. “Un doctor es parte de la iglesia, él se contactó con quien está a cargo y nos dieron el lugar”, relata la directora administrativa del IESS, Mariuxi Alarcón.
Durante estos días han atendido a 775 pacientes, un promedio diario de entre 25 y 30 pacientes. Politraumatismos, hipertensión y depresión son los casos que más se atienden. Hacen turnos para cubrir las 24 horas.
Intriago asegura que tienen medicación suficiente para atender a los pacientes que llegan hasta la iglesia.
Angélica Espinosa es uno de ellos. Llegó con su niño de 11 meses con problemas estomacales y diarrea. Tras el chequeo, el médico le recetó suero oral y ampollas bebibles. Ella, dijo a este medio, que la atención es buena y que los médicos están prestos para ayudarlos.
Jhoana Rodríguez está embrazada de siete meses. Se acercó al improvisado dispensario, para su control de rutina. Buscó atención porque estaba preocupada: su bebe no se movía, dijo, y tenía la frecuencia cardiaca alterada.
La doctora Ana Cristina Muñoz le aseguró que todo estaba bien. Le recomendó tranquilizarse. Le pidió que regrese hoy, más tranquila, para poder chequearla. La alteración, le explicó, no le dejaba medir bien los síntomas.
La joven madre aceptó la recomendación. Reconoció que, desde el terremoto del sábado, se ha sentido intranquila y cree que eso afectará a su bebe. Para ella es una “bendición” que el dispensario esté atendiendo normalmente, aunque sea en las instalaciones de la iglesia.
Intriago explicó que, al ser un dispensario de primer nivel de atención, en caso de una emergencia están en la capacidad de atender un parto, si así se lo necesitara. “Estamos preparados para atender emergencias, hay el personal necesario” dijo.
En la iglesia están 24 médicos, 28 enfermeras y 24 asistentes. El resto es personal administrativo. Para mañana se prevé que lleguen tres psicólogos para colaborar en el tratamiento de pacientes que llegan con depresión.
Alarcón comanda el equipo administrativo. Ellos también cumplen turnos de 24 horas. La iglesia, dice, está dividida en dos: el dispensario y el albergue para los damnificados.