Un solo idolo

Amarillo como el sol, fue siempre mi color... Papá decía que yo era “contreras”, y así es, fui velasquista cuando ellos eran poncistas; me gustaba el fútbol, cuando papá era fanático del béisbol; por último, nací amarilla, sin que hubiese rastro de hinchas amarillos alrededor. Mamá, al igual que mi hermana Mary, peor, simplemente odian el fútbol.

Pero así es, la pasión amarilla llenó mi juventud, y allí estaba yo, con Alex y las hijas festejando cuanto partido ganaba mi equipo en La Víctor o en La 9. Menos mal, hasta los nietos, todos somos amarillos en casa. Amo tanto al equipo que con María Mercedes Cuesta fui la segunda mujer en el Directorio del Barce, a mucho orgullo.

Cuando el Barce llegó a su primera final con Olimpia, en 1990, allí estábamos en el túnel de ingreso de jugadores, haciendo firmar la chompa amarilla a Brindisi, Morales, Muñoz, Bravo, Macías, Izquierdo, Montanero, Guzmán, Saralegui, Acosta y Trobbiani, y hasta a los aguateros.

La final de 1998, nos enloqueció, contra Vasco da Gama. Ahora dirigía Rubén Darío Insúa, a Montanero, Rosero, Quiñónez, De Ávila, Morales, Asencio, Carabalí, Delgado, George, Gavica Gómez y Pepe Pancho, el actual presidente.

Hoy, tengo mucha ilusión de que mis once nietos puedan vivir este 2017 la tercera final de Barcelona, pues los que saben de fútbol dicen que este también es un equipo formidable y que mientras la entrega de los jugadores sea como en el partido ante Santos, la esperanza está de pie, ante Gremio.

Tengo al equipo amarillo en mi corazón. Según El futbolero, la Conmebol publica en el “ranking” de hinchas que el Ídolo del Astillero está en el primer lugar entre los ecuatorianos, incluso está en el Top 15 del continente gracias a sus 7,2 millones de aficionados. Vamos Almada, ¡llévanos nuevamente a una final!

Sabemos que cuando gana el equipo hasta la economía se mejora, ni hablar de las relaciones personales, el abrazo del triunfo borra todos los resentimientos previos. En crisis está escrito: ¡Solo nos queda el Barcelona!