La finalidad social del cristianismo
M e imagino que Jesús se hubiera alegrado si cada católico, después de visitar las 7 iglesias, hubiera también visitado más que sea a un niño enfermo o a un anciano abandonado, al menos con una palabra de aliento. Los ritos y tradiciones religiosas son estériles e infructuosos si no benefician nuestros vínculos familiares y mejoran las relaciones vecinales y laborales. Bien dice el Papa que la religiosidad, sin utilidad social, es “ficticia, incoherente y nos lleva por el camino de una doble vida”; son palabras aleccionadoras que deberían ser tomadas en cuenta no solo por los católicos sino por todos los cristianos.
Miguel Ulloa Paredes