
El espacio publico tiene una deuda legal con los artistas
Nueva agenda urbana. Hábitat III manda a promover espacios de calidad, seguros, abiertos, inclusivos y verdes, destinados a fines múltiples.
La Ley de Cultura defiende al espacio público como un área que debe usarse para contenidos artísticos y el beneficio económico de quienes se dedican al arte, pero esto no se cumple en muchas ciudades del Ecuador, y Guayaquil es parte de la lista.
Proponer un performance artístico en las avenidas es casi imposible. O llega un metropolitano a decir: “Pare, no se puede”, o quienes quieren trabajar deben esperar a altas horas de la noche, cuando la permisividad da luz verde gracias al cese de movimiento peatonal y de tránsito automotor.
Ocurre, por ejemplo, los fines de semana en la explanada de la plaza San Francisco. Allí, actores callejeros arman números cortos y tienen como público a los pocos caminantes que mantienen vivo el centro y que se detienen un momento antes de volver a casa. El arte callejero, en esta ciudad portuaria, sobrevive en la clandestinidad.
Y, al menos aquí, la culpa no es del agente metropolitano, que cumple la labor encomendada, sino de una ordenanza de vía pública creada hace 20 años que el Municipio no ha actualizado, concluyó el experto en urbanismo y asesor en temas de ciudad Luis Alfonso Saltos, durante el conversatorio ‘Los artistas escénicos y el acceso al espacio público’, que tuvo lugar en la Casa de la Cultura, en el marco del Día Internacional del Teatro.
El arte en el espacio público lo amparan, además de la Ley de Cultura, explica el especialista, la Constitución y hasta el mismo Código Orgánico de Ordenamiento Territorial, que en su artículo 55, literal g) reza que los espacios públicos están destinados al desarrollo social, cultural y deportivo.
En Guayaquil hay un irrespeto a la jerarquización de las leyes, por omisión o por “error de buena fe”, pero existe una ordenanza desactualizada que, en este momento, cae en lo inconstitucional, por prohibir este tipo de manifestaciones.
Quito vive un espectro similar. En esa ciudad, gestores culturales y colectivos políticos del sector del arte y la cultura planificaron un proyecto de ordenanza para disminuir las limitaciones que se hallan al momento de querer hacer uso del espacio público.
El sociólogo quiteño, gestor cultural y uno de los protagonistas de esta propuesta, Eduardo Flor, llegó al conversatorio para traer el ejemplo que se trabaja en su ciudad de manos de concejales.
“Generamos una ordenanza para que los artistas puedan utilizar la calle en vías, en exteriores de propiedades privadas y en el transporte urbano. Proponemos, además, plataformas de 4 por 4 metros en donde se puedan realizar intervenciones de cinco minutos”, detalla. Ha habido ya varias reuniones, afirma, pero aún no se llega a ningún acuerdo.
Uno de los principales motores para optar por esta iniciativa fue el maltrato que reciben. Afirman haber sido tratados como delincuentes.
El gremio, en Guayaquil, no se aleja de esa realidad. Alfredo Méndez, presidente de la Asociación de Teatristas, Humoristas y Afines, contó en la cita lo duro que fue haber podido llegar a presentar sus obras en el malecón. “Prácticamente debimos amenazar con manifestaciones masivas para ser escuchados”.
A la charla fue invitado el director de Vía Pública, Efrén Baquerizo. Pese a haber confirmado, no asistió. “Por algo debe no estar aquí”, comentó el moderador.