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Labor. La guayaquileña Daniela Santibáñez, una de las defensoras del Teletrabajo. Christian Vinueza / Expreso

Trabajo remoto, un ancla de progreso

En época de vacunación, la modalidad laboral pierde fuerza en la ciudad, pero expertos dan más de una razón para defender su permanencia

Antes, sobre todo mucho antes de la pandemia, era casi impensable imaginar que era posible crear y gestionar empresas desde la comodidad de una sala de hogar o del lugar que fuera. Peor lograr que su consolidación, hasta el punto de cruzar fronteras, pudiera llegar en poco tiempo. Pero la crisis sanitaria deja un antes y un después en la forma en cómo se trabaja. Lo es en el caso de Hire Llama, una reclutadora y colocadora de ingenieros de software que, apoyada de este modelo laboral, ha llegado a internacionalizar sus servicios en cuatro países, teniendo como principal mercado a Estados Unidos.

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Al mes, la firma llega a conectar hasta 10 profesionales con startups americanas que están en búsqueda de desarrolladores. La labor de pesquisa, contacto, negociación y acuerdo llega a concretarse vía teletrabajo, el esquema laboral que los 12 trabajadores de Hire Llama se vieron obligados a adoptar en meses de estricto confinamiento, pero que decidieron conservar a medida que la vida y el mercado han venido retomando su normalidad. Así lo cuenta la guayaquileña Daniela Santibáñez, marketing mánager de la firma, quien ha aprendido a ver al trabajo remoto como una de las más valiosas herramientas que dejó la crisis. Adoptarlo no solo significó ahorrar dinero prescindiendo del alquiler de oficinas para una compañía que llevaba apenas 4 meses de constituida o ahorrar también tiempo y dinero en la rutina diaria que implica llegar hasta un trabajo, sino dar mayor flexibilidad a los empleados para escoger un entorno laboral que brindara mayor comodidad para el empleado. “Y así, ya llevamos más de un año remotamente, con la ayuda de una plataforma que nos permiten estar conectados, y desde donde manejamos todo. Hacemos llamadas semanales para actualizar proyectos y verificar si los objetivos se han cumplido”.

Según el Ministerio de Trabajo, hasta diciembre de 2020, 445.700 personas hacían teletrabajo (159.299 del sector privado), una tendencia que a nivel mundial se convirtió en estrategia para disminuir la circulación y el contacto entre personas para bajar los niveles de contagio de COVID. En el país, la medida fue impuesta por el Comité de Operaciones de Emergencia (COE) nacional, en medio de un estado de excepción, el mismo que una vez que fue levantado, ha hecho que poco a poco miles de empleados volvieran al trabajo presencial. Según el Ministerio de Trabajo, a junio de este año el número de teletrabajadores de la empresa privada llegó a solo 12.182.

Sin obligatoriedad, la adopción del trabajo remoto ha venido desplazándose de a poco, ante la mirada de quienes creen que camino a la pospandemia, esta debe ser una herramienta que debe conservarse en empresas, ya no como una medida de bioseguridad, sino como un factor clave que permite a las compañías ser más productivas. “El tema está que en Ecuador persiste la cultura de control, de creer que cuando un trabajador está de forma presencial en un lugar es sinónimo de producción y de obtención de buenos resultados. Pero en Hire Llama aprendimos que no es así”, recalca Santibáñez. Trabajar de forma virtual, dice, implica aprender a alcanzar metas de forma disciplinada y eficiente.

En eso concuerda Paúl Peña, gerente de DivergentLaw, una firma que asesora y ofrece soluciones sobre derecho en telecomunicaciones, que cree que no conservar el esquema implica perder oportunidades para ciudades que estén en pleno auge de desarrollo como Guayaquil.

Adoptar y fomentar este modelo depende únicamente de las decisiones corporativas que tome cada negocio, y para ello se requiere tener visión. Muchos trabajadores, dice, han empezado a ver esto como un plus para lograr obtener equilibrio en su vida, la opción de contar con horarios flexibles y la libertad de trabajar donde se quiera. Para muestra, cita lo sucedido recientemente en Apple, donde la decisión de obligar a sus trabajadores a volver a oficinas motivó la renuncia de decena de ellos.

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Volver el trabajo como un hábito de muchos negocios requiere también de la regulación que pueda expedir cada país. Y para eso, la Organización Mundial del Trabajo (OIT), señala, expidió el año pasado una guía donde hace ciertas recomendaciones para proteger el derecho de los trabajadores. “Uno de los primeros criterios para que el teletrabajo funcione, parte de analizar la vida, la situación familiar, las aptitudes de los empleados para ver si esto es viable”. Por otra parte, aunque esté demostrado que trabajar fijándose metas y objetivos funciona, cada organización requiere de reglas para no terminar sobrecargando de responsabilidades al trabajador.

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Proteger al teletrabajador. Introducir nuevas reglas que incluyan mejores normas de protección para los trabajadores a distancia, referente a la flexibilidad de los horarios, la posibilidad de desconectarse de labores específicas para el descanso y la vida personal y el uso adecuado de las herramientas TIC. También se sugiere reembolsar (total o parcial) los gastos relacionados al trabajo remoto.

Incentivos para las empresas. Se insta a los Gobiernos a aprobar planes de subsidios para pequeños negocios que pueden adoptar el modelo. Los recursos pueden servir para adquirir equipos o comprar servicios de capacitación para apoyar el cambio. Medidas de apoyo fiscal y financiero, como el aplazamiento de los pagos, la reducción de las tasas o el pago a plazos para aliviar la carga financiera.

Blindar la data de ataque cibernético. Emitir recomendaciones a los empleados sobre cómo prevenir las amenazas a la seguridad cibernética mientras trabajan desde sus casas y ofrecer orientación sobre cómo los empleadores pueden cumplir con las normas de protección de datos y de privacidad, como el Reglamento General de Protección de Datos creado en la Unión Europea.

Respetar a toda costa la privacidad. Se sugiere que las organizaciones se abstengan de utilizar herramientas y programas informáticos de supervisión y vigilancia de los empleados, que a primera vista pueden parecer una solución fácil para la gestión del rendimiento de los teletrabajadores, pero que plantea una serie de problemas éticos y puede terminar en una mala relación laboral.

Aplicar reformas fiscales. La Organización Mundial del Trabajo también piensa en los “nómadas digitales”. En su guía recomienda introducir medidas fiscales para los trabajadores que teletrabajan desde países distintos a donde se encuentran las instalaciones de su empleador, a fin de evitar que tengan que pagar un doble impuesto sobre la renta.