Desde el 3 hasta el 13 de octubre, el Ecuador estuvo envuelto entre la vorágine del terror y la barbarie de un saqueo paranoico.
Un paro de transporte que derivó en un paro de actividades y luego en un paro del sentido común, que a su vez degeneró en un paro de los valores sociales y morales; gente que camina con rostros que reflejan angustia, desesperación, impotencia y rabia.
Delincuentes agredieron y robaron lo que encontraron a su paso.
La histeria colectiva combinada con esquizofrenia se apoderó de ellos, destrozando todo. Incendiando todo.
Que nunca más se repita...
Augusto Cornejo