Un despertar o reaccion civica
Mucho se ha dicho y especulado respecto a lo que la ciudadanía expresó en la consulta popular. Y es que no se habla simplemente de los resultados del sí y del no, o de sus cifras y porcentajes. Lo que se analiza va más allá de lo que el pueblo manifestó en las urnas. Sin duda es este un tema sobre el cual se seguirá debatiendo, y aunque dicha consulta y sus resultados no tuvieron “padres” ni “mentores”, algunos líderes y partidos se los atribuyen, panorama muy frecuente en nuestra política, donde mucho se hace únicamente por figurar o por oportunismo.
Pero lo que realmente es necesario advertir es la presencia de un aspecto fundamental, que luego de 65 días de realizada la consulta aún permanece en la sombra. Está en ese claroscuro que a los líderes políticos no les gusta aceptar ni reconocer, pues hacerlo los llevaría a traspasar lo superficial. Se refiere a interpretar si el pronunciamiento del pueblo en las urnas es un efectivo despertar del conjunto de la ciudadanía hacia los problemas políticos y sus destinos, o si acaso es solamente una reacción de la sociedad, más cívica y política, que refleja el rechazo a los continuos actos de corrupción y de violación de los derechos de los niños, infantes indefensos que fueron objeto de atentados contra el pudor.
Los políticos -siempre acostumbrados a ver fantasías e incluso a exagerar- dirán que esta actitud es consecuencia del desarrollo político del país y de la ciudadanía. Puede que sea cierto, pero solo en parte y nunca en la dimensión que ellos afirman. Lo más próximo a la realidad es que cuando la sociedad enfrenta un conjunto de hechos como los que se conocen en nuestro país todos los días, surja una reacción cívica de los ciudadanos. Ellos, recién -y débilmente- comienzan a demostrar acciones positivas, luego de que cualquier manifestación que se dio fue bloqueada sistemáticamente por un Estado de propaganda, construido y utilizado con ese fin por el anterior gobierno, llegando incluso hasta el abuso.
Los que se refieren a esta última visión estarán de acuerdo en que sí hay un efectivo hastío y un notable rechazo hacia los hechos de corrupción. Pero no en la dimensión en la que debería darse en una ciudadanía más empoderada, de modo que logre generar efectos de cambio en los políticos. Todavía queda mucho camino por hacer y por recorrer para que tengamos una mejor reacción por parte de la sociedad ante lo que acontece.