El desempleo mundial alcanzara los 2,3 millones de personas en 2016

T odos necesitamos de una vida más digna; sentirnos queridos, reconocidos y amados. Ciertamente, por mucha esperanza que pongamos en nuestro diario existencial, con un aumento previsto del desempleo mundial de 2,3 millones de personas en 2016, según estimaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), difícilmente vamos a mejorar nuestro bienestar, ni el de nuestras familias, pues esta usencia de fuentes de trabajo afecta a la serenidad de cualquiera. Realmente, a veces cuesta entender la labor de aquellos gobiernos que, en lugar de afanarse para promover el trabajo decente y el crecimiento inclusivo, protegiendo de este modo a su ciudadanía, que además precisa realizarse por sí misma, sentirse útil para con los suyos y la misma sociedad, se dedica al derroche y a primar la desigualdad, garantizando que los suyos, los privilegiados de siempre, no se queden atrás. Lo demás importa bien poco. Ahí están los desgobiernos de muchas naciones, la falta de mano tendida de algunos de sus líderes, la incoherencia y la falta de adecuación del intelecto a la realidad objetiva para que se puedan consensuar posturas, teniendo siempre en cuenta la mejora real en las condiciones de vida de las familias más pobres. A mi juicio, tanto a nivel nacional como a nivel internacional, la responsabilidad de los excluidos, de los marginados, debe ser elemento esencial de toda decisión política.

Víctor Corcoba Herrero

España