Los criptorricos y su dinero

En febrero, Forbes publicó por primera vez una lista de las personas más ricas en criptomonedas. Las diez primeras poseen cada una alrededor de mil millones de dólares. Según el editor de la revista, el mejor modo de sacar las monedas digitales de las sombras hacia la condición de una clase de activos legítimos es echar luz sobre sus beneficiarios. En cuanto los criptorricos adquieran notoriedad, querrán que se los vea haciendo el bien con sus fortunas. Y una de las causas filantrópicas que más apoyo merece es la salud en los países en desarrollo. Hace unos años, trabajando como consultor privado en estrategias sanitarias, asesoré a individuos de alto patrimonio neto y sus compañías en Sudán del Sur, Gambia y Tanzania sobre los mejores modos de hacer una retribución a las comunidades donde operaban sus empresas. Estos inversores (casi todos ellos ricos gracias a la industria del petróleo) enfrentaban una intensa presión social para que usaran su riqueza en provecho de causas humanitarias. En parte por mis consejos, comenzaron a invertir decenas de millones de dólares en la mejora de infraestructuras sanitarias. Las primeras asignaciones fueron modestas, pero con el tiempo sus donaciones ayudaron a financiar reformas sanitarias en diversas partes de África. Si bien solo se cubrió una pequeña fracción de todo lo que se necesita, el impacto sanitario ha sido importante. Los dueños de criptomonedas más ricos pueden continuar la tarea iniciada por los multimillonarios petroleros. Para los que aparecen en la lista de Forbes que quieran ideas para involucrarse en la filantropía sanitaria, aquí cuatro propuestas: comprometerse a dar; sumarse a Bill Gates, Mark Zuckerberg, Elon Musk y muchos otros que donaron al menos la mitad de su riqueza personal a causas sociales, incluida la salud mundial. O como los grandes futbolistas mundiales que prometieron dar al menos 1 % de sus salarios a causas benéficas. Segunda, defender la creación de un impuesto a la compraventa de monedas digitales y promover el uso de los ingresos para financiar proyectos sanitarios en los países en desarrollo. Tercero, apoyar proyectos de uso de tecnología digital en los mercados emergentes. En los sistemas sanitarios de muchos países pobres hay una gran desprotección de los registros médicos, y las tecnologías en que se basan las criptomonedas pueden ayudar a remediarla. La inversión en soluciones digitales también ayudaría a mejorar la situación sanitaria y optimizar la toma de decisiones empírica. Finalmente, apoyar proyectos de mejora de la gestión financiera en el sector salud. Los criptorricos deben sus fortunas a los mecanismos de seguridad de sus transacciones; controles similares podrían también ser útiles para la atención médica en los países en desarrollo, afectada por altos niveles de corrupción institucionalizada. En síntesis, los dueños de criptomonedas no hallarán mejor lugar para hacer beneficencia que los proyectos sanitarios en el Sur Global, donde el uso de monedas digitales experimenta el mayor crecimiento. En Venezuela, cuya moneda nacional está en caída libre, el bitcoin se convirtió en la principal “moneda paralela” para el pago de bienes y servicios básicos. Los dueños de criptomonedas más ricos que se comprometan a usar una parte de su patrimonio para mejorar las vidas de los menos afortunados estarán en buena compañía. Y la experiencia me dice que el mayor bien que puede hacerse con la riqueza es usarla para mejorar la atención sanitaria en los países en desarrollo.