Cabo San Francisco: un año aislado tras colapso de puente
Solución. Los habitantes de la zona improvisan un puente de madera para cruzar de un lado a otro, pero cuando el río crece quedan incomunicados.Luis Cheme / Expreso

Cabo San Francisco: un año aislado tras el colapso de un puente

El 4 de abril de 2023 se suscitó caída del viaducto que une a poblaciones rurales. 250 colegiales usan un improvisado puente

Hace un año la vida de cerca de 4.000 familias cambió drásticamente tras el colapso del puente que conecta las comunidades de Abdón Calderón, Galera, Quingue y Cabo de San Francisco en la parte continental del cantón Muisne, en el sur de la provincia de Esmeraldas.

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Las intensas precipitaciones y el desbordamiento de varios ríos no solo dejaron a las familias incomunicadas debido al colapso del puente de aproximadamente 80 metros, sino que también resultaron en la pérdida de cultivos y animales.

La situación se ha complicado aún más debido a deslizamientos de tierra y al mal estado de la vía. Los agricultores han luchado por retomar la productividad, enfrentando una grave crisis económica porque no pueden sacar sus productos a vender. Ellos estiman que a diario pierden entre $ 15.000 y $ 20.000 a causa de la falta de la estructura e incluso sufren el daño de los productos por su acumulación.

Otros agricultores como Morgan Quispe no tienen otra opción de lanzarse al río y transportar sus cultivos en balsas improvisadas. “De alguna forma hay que sacar los productos a vender para poder comprar la comida”, dice Quispe, a quien encontramos empujando una balsa con seis racimos de guineos.

Cabo San Francisco: un año aislado tras colapso de puente
Improvisación. Un agricultor empuja en el río una balsa sobre la que lleva racimos de guineos para vender en la zona poblada, debido a la falta de la estructura.Luis Cheme / Expreso

Un año después de esa tragedia ocurrida el 4 de abril de 2023, los habitantes de esta zona siguen esperando que se construya un nuevo puente, un anhelo que se ha convertido en una quimera. Según la alcaldesa de Muisne, Yuri Colorado, “se sigue insistiendo” para que el Ministerio de Transporte y Obras Públicas levante una nueva estructura; sin embargo, hasta la fecha no hay respuesta ni señales que indiquen que este sueño se hará realidad.

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Actualmente, un paso improvisado construido con madera y caña guadua, aunque lleno de peligros, es lo único que permite la movilización de las personas, incluidos los niños que están próximos a un nuevo ciclo escolar.

Quienes deben cruzar por obligación por este paso, deben hacer malabares y hacer maniobras de equilibristas para no caer al agua y ser arrastrados por la corriente del río San Francisco. Como María Meza, quien todos los días debe exponerse a este peligro porque debe salir a trabajar a la zona urbana de Muisne, donde se desempeña como cocinera en un restaurante. “Cuando llueve y el río crece no hay cómo pasar, ahí uno pierde de ir a trabajar, por suerte los jefes entienden la situación”, relata esta mujer de 45 años de edad.

El temor a posibles accidentes es constante porque por aquí circulan aproximadamente 250 estudiantes que se forman en la Unidad Educativa Cabo San Francisco, la única que ofrece bachillerato en la zona rural norte del cantón Muisne.

“Las penurias de los habitantes son palpables, y la movilización se ha convertido en una odisea llena de peligros. Pedimos a las autoridades que nos den una solución, ya ha pasado un año y no hay respuesta”, aseguró Nubia Martínez, quien vive hace 50 años en el Cabo San Francisco.

Desde el colapso del puente, que se derrumbó tras 40 años desde su construcción y a causa de la falta de mantenimiento, los habitante de esta zona han tenido que convivir con las desgracias, como Alina Dueñas, una madre de familia que tuvo que dar a luz prácticamente en la calle porque no pudo ir a una casa de salud de Muisne porque una crecida reciente del río no le permitió cruzar por el improvisado paso de madera.

Otra afectada, Elena Cedeño, profundamente consternada, relató cómo perdió absolutamente todo debido a las inundaciones recientes. Ahora, junto a sus nietas menores de edad, vive prácticamente en la tierra, protegiéndose con tablas improvisadas.

La Prefectura se acerca a la zona afectada

La prefecta de Esmeraldas, Roberta Zambrano, acudió esta semana al llamado de varias familias en las localidades de Abdón Calderón, Galera, Quingue y Cabo de San Francisco. Estas comunidades, aisladas por el colapso de un puente vital, enfrentan también el deterioro de las vías debido a deslizamientos de tierra provocados por las intensas lluvias en la región. La intervención emergente liderada por la prefecta busca restablecer la conectividad entre estas áreas y el pueblo de Muisne. A pesar de que esta no es una competencia directa de la Prefectura, la respuesta de Zambrano ha sido aplaudida por los afectados, quienes esperan la pronta solución a la crisis.

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