
El auge de la inteligencia y el contraespionaje politico
La Presidencia y la Secretaría de Inteligencia compraron equipos de última tecnología durante el correísmo.
El temor diario al espionaje, a través de la instalación de micrófonos o cámaras ocultas, incluso a los pinchazos telefónicos, ha hecho extremar, desde hace años, las medidas de inteligencia y contraespionaje en áreas sensibles de la administración pública, especialmente en el palacio de gobierno, la Asamblea y otros espacios donde se desarrollan reuniones reservadas.
En la década del gobierno de Rafael Correa se hicieron compras de equipos de última tecnología para el Servicio de Protección Presidencial y la Secretaría Nacional de Inteligencia (Senain, creada en el 2009), entre ellos cámaras, micrófonos, rastreadores y otros. En la mayoría de los casos, los contratos de adquisición están protegidos bajo el membrete de secreto, como lo informó a la Asamblea en el 2015 el entonces secretario de la Senain, Rommy Vallejo.
En la presidencia hay, entre otros aparatos, equipos para barrido electrónico. Con estos, un grupo de expertos de la seguridad presidencial revisa diariamente los salones, oficinas y los despachos del presidente y del vicepresidente de la República, con el único fin de detectar cualquier artefacto electrónico oculto que pueda estar siendo utilizado para espiar las actividades en el gobierno.
También, desde el Servicio de Protección Presidencial, se hace un seguimiento diario al sistema de cámaras instaladas en el palacio, que fue reforzado a raíz de la revuelta policial del 30 de septiembre del 2010. Pero, desde allí, desde que se cambió el mando del servicio de protección presidencial y gran parte de los agentes, se desconoce quién se encarga del monitoreo de la cámara oculta instalada en el despacho presidencial y de la que Lenín Moreno no sabía nada hasta el jueves pasado.
Las jornadas de rastreo, a través de dispositivos de barrido electrónico, empiezan antes de las siete de la mañana, en los distintos salones en los que están previstas reuniones, y culminan en los despachos de los mandatarios, poco después de las ocho de la mañana.
Si durante el día el Servicio de Protección Presidencial considera que algún salón o espacio requiere ser sometido a un nuevo barrido electrónico, este se ejecuta inmediatamente.
La seguridad presidencial contra el espionaje incluye espacios externos. El trabajo lo realiza un equipo de avanzada que inspecciona los lugares donde el presidente mantendrá reuniones, entre ellos los sitios de los gabinetes itinerantes.
Los barridos electrónicos también se hacen en la Asamblea, cuya seguridad está a cargo de la Policía Nacional.
Hasta el Consejo Nacional Electoral, durante los comicios, ha utilizado el barrido electrónico en las salas de sesiones. Un exmiembro del grupo de seguridad de esta entidad revela que en las elecciones del 2013 fue posible detectar, a través de este sistema, cuatro micrófonos en la sala de sesiones.
Las Fuerzas Armadas también cuentan con equipos de este tipo. Las mayores precauciones, cuenta un general retirado, se tomaron durante la guerra del Cenepa de 1995, para evitar el espionaje de los servicios de inteligencia de Perú.
“En riesgo la seguridad nacional”
El analista militar Luis Hernández dice que toda inteligencia y contrainteligencia debe ser establecida institucionalmente, según el marco legal vigente. Lo que preocupa, dijo, en el caso de la cámara oculta en el despacho presidencial, es que alguien lo esté haciendo por fuera del control institucional.
Según Hernández, lo que ha ocurrido en el despacho presidencial pone en peligro la seguridad nacional y, además, expone una vez más la conducta del correísmo de espiar y prueba de ello fue la instalación de cámaras en el Ministerio de Economía en 2007, en lo que fue conocido como los ‘Pativideos’, por Ricardo Patiño.