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Atacan a Europa desde adentro

Atacan a Europa desde adentro

Finalmente Europa da señales de estar saliendo de su prolongada crisis económica, pero el continente sigue agitado. En junio de 2016 una escasa mayoría de votantes británicos eligió la nostalgia por el siglo diecinueve por sobre lo que les pudiera prometer el siglo veintiuno. En España, el gobierno de la región autónoma de Cataluña pide soberanía también, aunque el actual Gobierno nacional no está enjuiciando, encarcelando, torturando ni ejecutando al pueblo catalán. España es una democracia estable y miembro de la UE, la eurozona y la OTAN. Durante décadas ha mantenido el Estado de derecho de acuerdo a una Constitución democrática negociada por todas las partes y regiones, incluida Cataluña. Si esta lograra la independencia, tendría que encontrar un camino hacia adelante sin España ni la UE. Con el apoyo de muchos otros Estados miembros preocupados por sus propios movimientos secesionistas, España bloquearía cualquier apuesta catalana por ser miembro de la eurozona o la UE. Y sin ser parte del mercado único europeo, Cataluña se enfrentaría a la oscura perspectiva de pasar rápidamente de ser un motor económico a un país pobre y aislado. La UE no puede permitir la desintegración de sus Estados miembros porque estos componen los cimientos mismos sobre los que está formada: es una asociación de naciones Estado, no de regiones. Si Cataluña sentara un precedente de secesión, estimulando a otras regiones a imitarla, la UE entraría en una profunda crisis existencial. Más aún, el propósito original de la UE fue superar las deficiencias de las naciones Estado mediante la integración -lo opuesto a la secesión- para trascender el sistema de Estados que tan desastroso demostró ser en la primera mitad del siglo veinte. Sería absurdo desde el punto de vista histórico entrar en una fase de secesión y desintegración en el siglo XXI. El gran tamaño de otros actores globales (como China, India y EE. UU.) ha hecho urgentes una mayor integración europea y relaciones intracomunitarias más sólidas. Solo cabe esperar que la razón prevalezca, en particular en Barcelona, pero también en Madrid. Una España democrática e intacta es demasiado importante como para quedar en riesgo por disputas sobre la asignación de ingresos fiscales entre las regiones del país. No existen alternativas a que ambos bandos abandonen las trincheras que se han cavado, salgan a negociar y encuentren una solución mutuamente satisfactoria y que vaya en línea con la Constitución, los principios democráticos y el Estado de derecho españoles. Las experiencias de amigos y aliados de España ayudar. Alemania se organiza como una federación. Pero incluso allí nada es tan engorroso y complicado como las inacabables negociaciones sobre transferencias fiscales entre el gobierno federal y los estados individuales (entre las regiones más ricas y las más pobres). Siempre se llega a un acuerdo que se mantiene hasta que surge otra disputa y se reinician las negociaciones. El dinero es importante, pero no tanto como el compromiso en común de los europeos con la libertad, la democracia y el Estado de derecho. La prosperidad de Europa depende de la paz y la estabilidad, y la paz y la estabilidad dependen, primero que todo, de si los europeos están dispuestos a luchar por ellas.