
Vivienda social un refugio para la crisis y el deficit habitacional
La restricción en los créditos bancarios, el desempleo y otras consecuencias de la contracción económica que afecta al país convierten en utopía el sueño de tener casa propia. La vivienda básica o de interés social ha pasado, por tanto, a ser el derrotero a tomar por parte de autoridades, promotores y compradores, frente a una demanda de unidades habitacionales que, solo en Guayaquil, es de entre 7.000 y 8.000 cada año.
La vivienda social no es nada novedosa. En países como Chile nació hace un siglo para dar acceso a un techo a la gente de menor poder adquisitivo; y en Guayaquil fue el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social el que inauguró este tipo de soluciones al construir las llamadas ‘casas colectivas’, hace casi siete décadas.
En los últimos quince años, la Municipalidad de Guayaquil también ha impulsado este tipo de iniciativas, con programas como Mucho Lote I y II y Mi Lote I y II. Solo estos 4 planes totalizan 39.000 unidades (casas y terrenos) en esta ciudad.
Carlos Salmon, director de Terrenos del Municipio de Guayaquil, rescata una frase del presidente Rafael Correa, que dice que “el ahorro está en la inversión”. Y en cuanto a invertir en vivienda, Salmon dice que economizar es dejar de pagar alquiler y pasar a pagar cuotas de un terreno o casa en estos planes habitacionales donde la Municipalidad pone la tierra urbanizada y empresas particulares construyen las casas.
Mediante una alianza público-privada, el Gobierno Nacional también construye inmuebles baratos en estos tiempos difíciles. Esto contribuirá a dinamizar la economía.
Hace pocos días, durante la entrega de 972 casas de interés social en el suroriente de Quito, el presidente Correa dijo que en los nueve años de su gobierno se han construido 100.000 soluciones habitacionales urbanas y rurales, más que los últimos cuatro gobiernos que lo antecedieron.
Actualmente, el régimen entrega un bono de hasta $ 6.000 a las familias de bajos recursos para que paguen la entrada. El resto del dinero se financia con un préstamo otorgado ya sea por el Banco del IESS, la banca privada y otras mutualistas.
La ministra de Vivienda, María Duarte, conjuntamente con el ministro de la Producción, Vinicio Alvarado, anunciaron el jueves pasado sobre el financiamiento y construcción de nuevos proyectos inmobiliarios de interés social en el país, a través de las alianzas público-privadas.
Normalmente la industria de la construcción en el país ha atendido a los programas institucionales de vivienda y a la población de recursos medios o altos. Ahora está obligada por las circunstancias a poner sus ojos en la gente con menores recursos, de ahí que en el último año también han surgido proyectos inmobiliarios privados con casas de menor precio.
Jaime Rumbea, director de la Asociación de Promotores Inmobiliarios de Viviendas del Ecuador (Apive), insiste en que en todo el mundo la construcción inmobiliaria ha probado ser la actividad más efectiva para mantener niveles de actividad industrial y empleo en contextos de desaceleración económica.
En ese sentido, acota que su gremio, que agrupa a una veintena de promotoras a nivel nacional siempre ha ofrecido vivienda de bajo costo. En 2015, dice el dirigente, el 60 % de las casas contratadas en los proyectos de estas empresas están en el rango de menos de $ 40.000 hasta $ 70.000 por unidad.
En Guayaquil, la oferta de vivienda con menor precio se encuentra en estos momentos en proyectos como Ecocity, Ciudad Victoria, Ciudad Santiago, Villas del Rey (Daule). Además hay otros tres proyectos en Durán.
Germán Carvajal, director de la División Inmobiliaria de Market Watch, empresa de análisis de mercados, señala que todos estos planes habitacionales tienen viviendas con precios que van desde $ 35.000 hasta $ 60.000 promedio.
“Al momento no existe oferta organizada (de casas) de menos de $ 30.000, en esta parte del país”, acota Carvajal.
Al referirse a las necesidades de Guayaquil, arquitectos y planificadores como Luis Cubillos, aseguran que en este momento la ciudad tiene una tasa de crecimiento poblacional del 1,4 %, que es menor a la tasa promedio del país. Eso hace que tengamos condiciones excepcionales para la planificación y en ese sentido es necesario tener en cuenta que la ciudad necesita un número de techos para cubrir ese crecimiento, precisa Cubillos.
En ese sentido, este profesional, con amplia experiencia en temas de organización popular, dice que esta ciudad demanda cada año entre siete y ocho mil unidades nuevas.
“Con la oferta del Gobierno Nacional, la de la empresa privada y la del Municipio, en los últimos 5 años ha habido una producción de aproximadamente 45.000 viviendas -comenta Cubillos-. Creo que la demanda está siendo cubierta”.