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Los buenos somos más, pero...

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Las prácticas descritas no son realizadas por quienes podríamos calificar de buenos, en el sentido de bondad o altruismo

La política ecuatoriana es crítica por la carencia de institucionalidad en cuanto al escaso número de partidos políticos y por la proliferación de movimientos políticos locales, cuyo estallido se dio en la década correísta, como método de burlar la limitación del gasto en propaganda electoral de cada candidato, justificando el excesivo gasto gracias a las alianzas; solo así podemos entender la existencia de 276, entre partidos y movimientos políticos. Es evidente que no existen 276 ideologías políticas, lo que existen son 276 ‘caciques’ de partidos, que encontraron un buen negocio en el que cada dos años lo alquilan a candidatos sin partido.

Igual caso de proliferación existe en los denominados colectivos ciudadanos, convertidos en herramientas de manipulación y extorsión política, vía recursos constitucionales o acciones ciudadanas, supuestamente, a nombre de un colectivo, del cual no existe registro alguno de quiénes y cuántos son sus miembros, ni si, con base en su número de integrantes, en realidad representan a la colectividad que dicen representar.

Las prácticas descritas no son realizadas por quienes podríamos calificar de buenos, en el sentido de bondad o altruismo; todo lo contrario, son una minoría organizada, con objetivos políticos claros, no ortodoxos, con un plan de ejecución estructurado, herramientas específicas y tiempos determinados, cuyos integrantes, disciplinadamente, cumplen cada uno su función. He ahí la razón por la cual, pese a ser minoría (30 %), triunfan en la consecución de sus objetivos. Contrariamente, el 70 % que dicen ser ‘los buenos’ no tienen objetivos claros, ni plan alguno estructurado; son dispersos, indisciplinados, con egos personales sobredimensionados, por lo que tal dispersión se convierte en el elemento a explotar por la minoría ‘socio listo’ organizada, que encuentra debilidad en el divisionismo del rival, logrando así que su 30 % de voto disciplinado sea suficiente para triunfar.

Para concluir, puede que los buenos seamos más, pero la dispersión, el culto al ego y la inconsciencia hacen que los ‘pillastres’ triunfen.