Columnas

Necesario acuerdo nacional

A seis meses del actual gobierno poco o nada se ha hecho por construir un acuerdo nacional con base en objetivos definidos que generen consensos, credibilidad, confianza, gobernabilidad; que disuadan la radicalización política’.

Se siguen repitiendo acuerdos políticos que satisfacen lánguidos intereses de grupos, manteniendo inmóvil al país e impidiendo que se avance hacia un desarrollo sustentable de beneficio colectivo.

Se ha extraviado el sentido de patria, el civismo; todo se reduce a defender pequeñas, medianas o grandes canonjías de ciertos “dirigentes”. El ciudadano honesto y trabajador sigue desprotegido en sus garantías fundamentales, sujeto a la buena o mala voluntad de un funcionario que generalmente actúa según su particular criterio, generando inseguridad jurídica.

El país vive una penetrante descomposición moral. El enriquecimiento ilícito ya no es causa de reproche ciudadano, el honor y la libertad personal tienen precio, con igual facilidad se declara inocente a un asaltante de fondos públicos o se condena o desacredita a una persona de bien, creando el peor escenario para una democracia: confusión, en la que ya no se sabe qué es justo o injusto, correcto o incorrecto, real o aparente, verdadero o falso, en el más refinado imperio de mentiras y sofismas, como lo reseñaba Maquiavelo en su obra sobre el poder político.

Si no se atacan conductas viciosas, seguirá pendiente el cambio que anhela la gran mayoría de ecuatorianos. A seis meses del actual gobierno poco o nada se ha hecho por construir un acuerdo nacional con base en objetivos definidos que generen consensos, credibilidad, confianza, gobernabilidad; que disuadan la radicalización política, que adviertan la diversidad regional y étnico-cultural. La proliferación de agrupaciones electoralistas carentes de tesis doctrinarias, de organizaciones que solo miran conveniencias de su entorno, conspiran contra ese acuerdo.

Es impostergable contar con un liderazgo visionario, convocante, de convicciones y principios firmes, que en un régimen presidencial corresponde asumirlo al presidente de la República como la más alta autoridad del Estado. La exitosa vacunación en la que convergieron autoridades gubernamentales, empresa privada, universidades, gobiernos seccionales, ciudadanía, demuestra que sí es posible “encontrar “ coincidencias.