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Figura. José Godoy, de 73 años, teje sus atarrayas en su domicilio.Luis Cheme

La resiliencia de un tejedor de atarrayas

José Leonidas Godoy cuenta sus años de experiencia tejiendo

En el corazón de la parroquia Chamanga, una pequeña población pesquera del cantón Muisne que palpita con la brisa del mar y el ir y venir de sus olas, vive un hombre cuyas manos cuentan historias de mallas y nudos, de paciencia y tradición.

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Se trata de José Leonidas Godoy Benítez, de 73 años de edad, el maestro tejedor de atarrayas, cuya habilidad ha trascendido generaciones y desafíos.

“La elaboración de las atarrayas es prácticamente un ritual, se requiere de mucha paciencia, y, sobre todo, habilidad para ir tejiendo hasta darle la forma necesaria a fin de poder ser empleada en la captura de las especies que habitan los cuerpos de agua”, asegura Godoy mientras entrelaza los hilos de una atarraya que elabora por encargo.

A pesar de los años, las manos de Godoy siguen tejiendo con la misma precisión que cuando era joven.

Cada atarraya es un testimonio de su destreza, una red de pesca que no solo captura peces, sino también los recuerdos y la cultura de Chamanga.

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Para Godoy, cada nudo es una promesa de continuidad, un legado que se niega a desaparecer ante la modernidad.

El terremoto del 16 de abril de 2016 dejó a Chamanga en ruinas, y con ella, a muchos de sus habitantes sin hogar, incluido Godoy.

Pero donde otros vieron desolación, él vio una oportunidad para reconstruir, para demostrar que la resiliencia es más fuerte que cualquier temblor. Con cada red que vendía, Godoy colocaba un ladrillo más en su hogar, erigiendo no solo paredes, sino también esperanza.

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La historia de Godoy es la historia de Chamanga. Es la narrativa de un pueblo que se niega a rendirse, que encuentra en las atarrayas de Godoy un símbolo de su inquebrantable espíritu. Él no solo teje redes, sino que también teje lazos de solidaridad, uniendo a la comunidad en un esfuerzo colectivo por levantarse una vez más.

La vida de Godoy es un canto a la resiliencia, una oda a la capacidad humana de superar adversidades. En sus redes, en sus manos, en su mirada, se refleja la fuerza de un pueblo que, como el mar, se retira solo para volver con más fuerza. Chamanga, con Godoy a la vanguardia, es un ejemplo viviente de que incluso en los momentos más oscuros, hay luz, hay vida, hay futuro.

“Don José es un claro ejemplo de que la verdadera fuerza reside en el corazón de aquellos que, sin importar las circunstancias, eligen levantarse y no dejarse vencer por las adversidades que nos trae la vida”, asegura Iván Mero, pescador de la zona que siempre lleva sus atarrayas a reparar donde Godoy.

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