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Espacio. Este terreno cuenta con 1,5 hectáreas y está ubicado en la ribera del río Valladolid, en el cantón Palanda; y sus hallazgos arqueológicos datan del Período Formativo.Vanessa López

El origen milenario del cacao

Esta área de 1,5 hectáreas, el sitio arqueológico Santa Ana-La Florida acoge una de las culturas más antiguas de la Amazonía. Hoy es lugar de estudio

Con un área aproximada de 1,5 hectáreas, en la ribera del río Valladolid, en el cantón Palanda, provincia de Zamora Chinchipe, en el Oriente, se halla un sitio arqueológico que data del período Formativo Temprano, con restos prehistóricos y que se impone como un centro de estudio e ícono del turismo ecuatoriano.

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Se trata de Santa Ana-La Florida, una rústica plaza circular a base de piedras, con un diámetro de 40 metros y que tiene a su alrededor más de 20 estructuras domésticas con rasgos arquitectónicos particulares, donde la cultura Mayo Chinchipe realizaba actividades colectivas, según los estudios.

En este yacimiento, donde técnicos y científicos nacionales y franceses han descubierto desde vasijas y esculturas de arcillas y piedra en diferentes formas, así como restos de almidones de cacao en recipientes que eran ofrendas para los difuntos, son muestra de que el origen y consumo del cacao en lo que ahora es Ecuador se remonta hace más de 5.500 años.

“En el 2012, por trabajos del arqueólogo Francisco Valdez, se descubrió la domesticación y origen del cacao en el sitio, que data de hace 5.300 años”, explica a EXPRESO Byron Troya, promotor turístico y administrador del sitio arqueológico Santa Ana- La Florida.

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HallazgosEn el yacimiento descubrieron vasijas, esculturas y restos de almidones de cacao en recipientes, que se usaron como ofrenda para los difuntos.

Él, además, menciona que los descubrimientos se dieron porque en aquella época se estaban haciendo trabajos en una vía que conducía a una parroquia. En las excavaciones de la tierra, los operarios hallaron cuencos (recipientes de barro) enterrados a un metro y medio de profundidad, que con los análisis se supo que contenían restos de varios granos, entre cacao, yuca y fréjoles.

En los años siguientes, con ayuda de técnicos del Instituto de Investigación para el Desarrollo de Francia (IRD) y del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC) de Ecuador, se inician los estudios de las piezas arqueológicas que se iban encontrando en el sitio.

Hallar los restos de cacao derrumbó de inmediato la idea de que ese fruto había sido traído desde México, como se creía históricamente. “Tras este descubrimiento, con investigación científica demostramos que el cacao no se trajo de México, sino que su origen está acá en Ecuador, en Palanda”, subraya Troya.

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El yacimiento arqueológico Santa Ana-La Florida refleja que hubo tres culturas asentadas ahí, las que consumían y domesticaban el cacao. Primero estuvo la cultura Mayo Chinchipe (de hace 5.500 años); luego llegó la cultura Bracamoros, que habitó en ese lugar cuando la primera había desaparecido y no hizo modificaciones de lo que su antecesora había dejado y después vino la cultura Pacana (hace 2.500 años), que no dejó muchas evidencias, detalla Troya.

“Por su antigüedad, estas culturas no conocían lo que era el oro o los metales, por eso eran especialistas en la piedra y la arcilla, de ahí que en piedras se tallaban morteros de cacao y artesanías como animales de la zona”, narra.

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Estos restos arqueológicos eran importantes evidencias ancestrales para el mundo, y para mantenerlos seguros fueron trasladados a la Casa de la Cultura de Quito. Ahora, con gestiones del INPC, más la ayuda de autoridades, Troya indica que se busca regresar las esculturas y recipientes al sitio original y exhibirlas en un centro que también se planifica construir, para darle mayor realce al lugar y mayor impacto en su forma turística.

Según la información del estudio sobre el sitio, la aldea de los Mayo Chinchipe se asentaba sobre la margen occidental del río Valladolid, que se extendía sobre un valle. Cerca de ahí confluye un segundo río que le da mayor caudal al torrente. Por ello se piensa que la ubicación del yacimiento era estratégica ante la visión prehispánica.

Además de la plaza circular, en el extremo suroriental del sitio se aprecia además otra estructura circular de 13 metros de diámetro que sirvió, según los estudios, para los pobladores de dicha cultura como templo y cementerio. Además, el lugar presenta un eje transversal sobre los extremos opuestos, que tienen una aparente función ceremonial y en el extremo noroccidental la plaza se abre hacia una rampa inclinada que da acceso a una estructura escalonada, también a base de piedras.

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