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Seguridad. En el sector de la Bahía, en el centro de Guayaquil, compradores cuidan sus pertenencias.Christian Vinueza

El ciudadano de a pie quiere caminar sin temor a los robos

Guayas y Pichincha son las provincias con más denuncias en últimos años. En las zonas conflictivas se quejan por la falta de más controles policiales

La sensación de inseguridad por los robos se vive a cualquier hora y en cualquier sitio en las principales ciudades del país, aquellas con mayor población. El combate de esta problemática es una de las tareas pendientes que el Gobierno también debe atender, dicen ciudadanos desde diferentes zonas del país, en medio de las semanas de tensión que se han vivido por el paro nacional.

En Guayaquil, donde se ha registrado un 10 % de aumento de robos entre los periodos enero-mayo de 2019 y enero-mayo de 2022, ciudadanos caminan a la defensiva, para ir un paso adelante del delincuente que se transporta en carros o en motos sin placas o robados, en bicicletas o a pie.

Y la tendencia de denuncias receptadas por la Fiscalía sigue por encima de los años anteriores, con el robo a personas a la cabeza. En mayo pasado, último registro disponible en el sitio web del Ministerio Público, se reportaron 1.624 hechos de ese tipo, versus los 1.561 eventos ocurridos en abril anterior.

Uno de los sitios más conflictivos de la urbe porteña es el Distrito 9 de Octubre, que comprende el casco comercial. Cuando los peatones llegan a esa zona se colocan sus mochilas en el pecho para evitar los arranches o intentos de hurtos.

“Ya me han robado aquí en la Bahía”, dice una joven que camina sobre la acera sur de la calle Olmedo, llegando a Chimborazo.

Cerca de ahí, doña Amelia, una vendedora ambulante de ropa que prefiere que la llamen así para proteger su identidad, cuenta que en esa zona operan varios grupos de ciudadanos ecuatorianos y venezolanos arranchando las pertenencias de los compradores: “Les arranchan los aretes. Policías deberían de andar de civil por aquí para agarrarlos. Eso también debe de ver el Gobierno”.

Los teléfonos celulares son los artículos más apetecidos por los delincuentes y de los conocidos ‘lanzas’. Héctor Zamorano, jefe (encargado) del Distrito 9 de Octubre, aseguró que unos 600 policías custodian la zona que atrae a la delincuencia común. “Hay mayor incidencia desde las 06:00 hasta las 08:00, cuando las personas van a los trabajos, y desde las 12:00 hasta las 15:00”.

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Dos sujetos en moto trataron de asaltar en un expreso donde se encontraban más de 10 menores que se dirigían a clases, el 30 de mayo pasado.ÁLEX LIMA

Quito es otra de las urbes golpeadas por la delincuencia, cuyas cifras de robos se mantienen por encima de los niveles de los últimos tres años. De enero a mayo pasados, la Fiscalía contabilizó 6.484 hechos de ese tipo, 241 registros más que en el mismo periodo que 2019, año previo a la pandemia.

La abogada María Gabriela Apolo, especializada en Derecho Penal, quien percibe el ambiente de inseguridad en la capital cuando camina en la vía pública, sobre todo, en el último año, cree que la situación económica por la pandemia, la ola migratoria que recibe el país y la falta de recursos del sistema de justicia abonan al problema de seguridad.

“El ciudadano de a pie también se ve afectado por la delincuencia organizada. Se necesita una política criminal estatal, que englobe al tema legislativo, al ámbito judicial, etcétera”.María Gabriela Apolo, abg.

Hay zonas del país consideradas en años anteriores como sitios seguros, como Cuenca. Los robos son más comunes, por ejemplo, en el Centro Histórico de esa ciudad. Ahí, dos sujetos sometieron a Jaime Marín hace unos días. “Se me llevaron unos $ 80. Hay muchos robos. También se ha escuchado de robos con escopolamina”, cuenta Jaime, quien pide más resguardo policial en zonas de alta afluencia de personas.

En los últimos meses, este tipo de episodios, que se han vuelto recurrentes han quedado relegados del foco de la opinión pública ante situaciones más críticas como las masacres en cárceles y muertes violentas por la lucha entre bandas vinculadas al narcotráfico. El Gobierno ha intentado combatir esos problemas con la presencia de uniformados de la Policía y de las Fuerzas Armadas (FF. AA.), a través de un estado de excepción que finalizó este jueves 30 de junio. No obstante, los crímenes siguen ocurriendo en sectores populares y residenciales de un sinnúmero de ciudades.