Autor: Bruno Padilla, estudiante USFQ

Es el inicio de clases. Natalia Suárez prepara a su hijo como lo hacía normalmente antes de ir al colegio. Sin embargo, hay una diferencia, el pequeño de seis años ya no lleva su mochila con la lonchera, ahora se sienta y prende el computador. “Es difícil porque incluso les quitas la experiencia de socializar a los niños y yo creo que eso en esta etapa de la vida es sumamente importante”, dice su madre.

Su hijo recibe clases de ocho de la mañana hasta la una de la tarde, lo cual conlleva que esté frente a su pantalla por cinco horas seguidas con dos recesos de 20 minutos cada dos horas.

“Con mi esposo nos hemos convertido, además de todo, en profesores porque nos toca estar con él (nuestro hijo) durante todo el tiempo que está en clases para que no se distraiga y cumpla con las tareas”, cuenta Suárez, quien ha tenido que ajustar sus horarios para poder ayudar a su pequeño.

Su esposo, Lucas Morales, cree que, aunque sea en línea, su hijo disfruta de la interacción con sus profesoras y que sí aprende con las tareas que tiene para hacer. “Es necesario que los niños acudan a las clases porque se entretienen con algo, en vacaciones tenemos que ponernos de cabeza para que nuestro hijo no se aburra; sin embargo, en clases se mantiene más ocupado. Su madre lo acompaña y yo le ayudo con las tareas, así nos distribuimos el trabajo y al mismo tiempo pasamos tiempo con él”.

El psicólogo Arturo Calderón no recomienda esta nueva modalidad, pese a que las opciones en estos momentos son limitadas. “Para los niños de 3 a 6 años no es recomendable el estar pegados a un dispositivo electrónico sin tener ni contacto ni actividad física que involucre a sus pares. A esta edad los niños deben salir, correr, caerse, saltar, jugar y desarrollar ciertas capacidades que son vitales para la vida como el aprender a socializar”.

Hay padres que creen que la educación en línea no es primordial para sus hijos de tan corta edad. Francisco Pérez tiene una pequeña de cinco años y se queda con ella mientras su esposa sale a trabajar. La pareja ha optado por no inscribirla en ningún centro educativo este año.

“No le vimos necesidad, a esta edad consideramos que puede ser hasta más provechoso, de todas formas se va a quedar en la casa, lo que estamos haciendo es reducirle un estrés que consideramos que es innecesario a esa edad”. Pérez trabaja desde casa y dice que en esta nueva normalidad ha sabido aprovechar mucho más el tiempo con su hija.

La maestra de preescolar, Olivia Richetti, por su parte, piensa que los niños sí deben recibir cierta educación, puesto que es importante para su desarrollo. “Un niño necesita de ciertas cosas que le da una escuela como el sentido de disciplina y habilidades básicas”, recomienda la maestra.

La pandemia, sin duda, ha cambiado al mundo y ha tocado de cierta forma a todas las personas, ya sean niños o adultos. No hay manera de decir si las decisiones que toman los padres están acertadas o no, puesto que cada uno de ellos busca lo mejor para sus niños. Sin embargo, sí hay cómo controlar el tiempo en pantalla de los niños y reducirlo la mayor cantidad que sea posible para que aquellos que tienen de cuatro a siete años puedan tener tiempo de hacer actividades físicas y de socializar, aunque sea con sus padres, ya que son edades en las que el desarrollo de muchas habilidades está a flor de piel.

CENTROS PRIVADOS: 15.000 NIÑOS DEJARON LA ESCUELA

La Corporación de Centros Infantiles del Ecuador indica que el número exacto de retiros durante la pandemia aún no se puede establecer debido a que, a pesar de ya haber comenzado el año lectivo, los padres están constantemente anulando las pensiones escolares de sus hijos.

Pero se estima que son entre 13 y 15 mil bajas de niños en colegios y guarderías privadas. Para que esto no ocurra tratan de hacer convenios con las escuelas para bajar el costo de la pensión u ofrecer soluciones a los padres para que no vean al retiro como una opción más viable.

“Si los padres piensan retirar a sus hijos de las guarderías o escuelas en línea, lo ideal sería que se dediquen por lo menos de tres a cuatro horas a tener una suerte de escuela en casa para que desarrollen su sentido de responsabilidad”, sostiene la maestra Olivia Richetti.