Quito

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Familia. Jesús Cañaveral quedó a cargo del cuidado de su sobrina.Gustavo Guamán / Expreso

La niña de la pareja fallecida en el aluvión sufre un drama sin consuelo

Maribel y Pedro Bayas dejaron tres hijos, de 8, 19 y 22 años

Un grito despertó a Jesús Cañaveral, quien descansaba en una silla luego del funeral de su hermana Mariela y su cuñado Pedro Bayas.

Ambos murieron en el aluvión de La Gasca, noroccidente de Quito, junto con otras 26 personas, la mayoría vecinos.

Aquel ruido provenía del cuarto donde duerme la menor de los tres hijos huérfanos de padre y madre. Los testigos del suceso vieron cómo la pareja se abrazada justo antes de que una ola de lodo los golpeara.

Jesús escuchó el grito y corrió a ver lo que ocurría. Vio a su sobrina de 8 años sentada en la cama, llorando.

“¡Quiero que mi mamá esté a mi lado!”, gritaba la niña, quien era la que más tiempo compartía con Maribel y Pedro. Su tío la abrazó e intentó calmar ese sentimiento inconsolable hasta que después de horas por fin concilió el sueño.

Aunque Mariela y Peter, como le decían de cariño, no contaban con un trabajo estable, se buscaban la manera de mantener a la niña así como a sus otros dos hijos, de 19 y 22 años.

La mujer vendía papitas fritas en la cancha de vóley a la que fue con su amado esposo el día de la tragedia. Él, en cambio, manejaba un vehículo y llevaba víveres para un vecino.

Pero siempre se daban un tiempo para pasar juntos y con la menor de sus tres vástagos. Incluso, la fecha de la tragedia la iban a llevar con ellos, pero por la lluvia le dijeron que se quedara en la casa. “Sino hubiera sido una pérdida mucho más terrible”.

Ahora, el deceso de la pareja ha hecho que el cuidado de los huérfanos recayera sobre los abuelos maternos. “El problema es que mis papás son de la tercera edad. Si bien ellos hacen todo de corazón por ayudarlos, no tenemos los recursos suficientes”, lamentó Jesús, quien tampoco cuenta con un trabajo estable como para arrimar el hombro en la manutención de los muchachos.

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Quien tampoco cuenta con un empleo es Esteban Bayas, el mayor de los tres hijos de la pareja. “Mi preocupación es mi hermanita, pero tengo mi hogar y debo velar también por ellos”, contó.

Agregó que su pequeña ñaña poco a poco ha asimilado la pérdida. “Han venido personas para brindarle terapia psicológica”, afirmó el pariente.

Pero las sesiones pronto terminarán y se viene un reto grande para los abuelos de la menor: costear los gastos de su educación básica. “Mi hermana era la encargada de ayudarla en las clases virtuales. Lo que pedimos es que, al menos, las autoridades nos apoyen con una beca para el estudio de mi sobrina”, pidió Jesús. 

En la tarde de ayer martes 8 de febrero de 2022 se conoció que el Municipio anunció la entrega de becas para cubrir la educación básica y el bachillerato de la niña. Esto es parte de un plan de recuperación de la zona.