Quito

Así llega a la llave el Agua de Quito

Se abastece de afluentes de páramos. Antes de llegar a los hogares, viaja por hasta 90 kilómetros de tuberías y pasa por plantas de tratamiento

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Captación. Las zonas de conservación hídrica en su mayoría están dentro de áreas protegidas como el Parque Antisana.Henry Lapo

Sale de la llave como si fuera infinita. Se bebe como si siempre estuviera limpia y lista para consumo. Pero el agua que llega a los hogares de Quito recorre hasta 90 kilómetros de ruta desde las fuentes.

El único río que atraviesa la capital, el Machángara, está virtualmente muerto y es nocivo para todo tipo de vida desde el siglo pasado. Sin embargo, la ciudad está rodeada de ecosistemas que sí pueden proveer de agua. Aparentemente ilimitada.

Hoy, los quiteños se abastecen de cuatro sistemas de captación. Tenerlos en el radar es primordial para garantizar su conservación: dos en la cordillera occidental (sistema Atacazo-Pichincha y Mindo-Pichán) y dos en la cordillera oriental (Papallacta-Integrado y La Mica-Quito Sur). Estas fuentes producen 7,3 metros cúbicos por segundo. Papallacta-Integrado es el que aporta el 50 % del agua que consume Quito, según un recorrido al que acudió EXPRESO. Esta captación está en ampliación.

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Trayecto. El recorrido que hace el líquido vital que beben los capitalinos hasta llegar a sus hogares.EXPRESO

Luego, el agua viaja por 7.128 kilómetros de tuberías que van desde los 5 hasta los 76 centímetros de diámetro. Así, unen las 253 fuentes de captación con sus plantas de tratamiento como la de El Troje. Hasta allí llega el agua de la laguna La Mica y de las faldas del Antisana, que es procesada. De ahí va al vaso de los ciudadanos desde la avenida Morán Valverde hacia el límite del cantón Mejía al sur de Quito.

Cada quiteño consume entre 180 y 200 litros de agua por día, según la Empresa Pública de Metropolitana de Agua Potable y Saneamiento (EPMAPS), este consumo se intensifica en la época seca hasta los 220 litros por día, poniendo un estrés que obliga a “racionar el servicio en las partes más altas” como los barrios Atacucho, Pisulí, La Armenia, entre otros, explica el jefe de Operaciones de EPMAPS, Luis Collaguazo. Este consumo está muy por encima de la recomendación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que sugiere consumir entre 50 y 100 litros de agua por persona por día.

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Una nueva emergencia en el suministro de agua de la capital

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Y pese a que las fuentes de agua de la cordillera oriental están en estado saludable y en las proyecciones de la EPMAPS no parecen reducir su caudal de agua (al menos hasta el 2040), el estrés sobre los ecosistemas que rodean las zonas de captación podría cambiar la estabilidad de las fuentes.

“Alrededor del 90 % del agua de la que se alimenta la ciudad viene de ecosistemas de páramo”, enfatiza Tania Calle, secretaria técnica encargada del Fondo del Agua (Fonag), entidad que trabaja de la mano con EPMAPS para la conservación de los ecosistemas presentes en las áreas de conservación hídrica como la del Atacazo.

El páramo es un ecosistema familiar para nosotros, pero muy escaso en el mundo. Está presente solo en Venezuela, Colombia y Ecuador, esto debido a la altitud en la que existen, desde los 3.500 metros sobre el nivel del mar hasta los 5.000.

Al vivir tan alto en las montañas, las plantas como el pajonal han desarrollado adaptaciones como la captura de agua y actúan como ‘esponjas’ que permean el suelo y alimentan las vertientes y aguas subterráneas que también abastecen a la ciudad, recalca la profesora investigadora de la Escuela Politécnica del Ejército, Claudia Segovia. Pero no es la única función, la vegetación del páramo también atrae lluvias, lo que mantiene llenas las lagunas y áreas de captación.

“Cuando perdemos la vegetación del páramo estamos perdiendo calidad y cantidad de agua, y también estamos generando desiertos”, enfatiza con preocupación la investigadora.

Esto sucedió en la planicie del Antisana, donde por décadas grandes hacendados dedicaron sus terrenos al pastoreo. Como consecuencia, con el cambio de vegetación a pasto y por el pisar constante de las vacas, el suelo perdió sus características y se transformó en arenal, un ecosistema casi desértico en el que la función de retención de agua desaparece y es casi imposible de recuperar.

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Alrededor del 90% del agua de Quito proviene de ecosistemas de páramos, por lo que su conservación es vital para asegurar que en los hogares nunca falte este recurso.

El largo camino del agua hasta los hogares

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    Procesado. El líquido cumple con estándares de calidad antes de llegar a los hogares.Henry Lapo
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    Traslado. El agua recorre entre 40 y 90 kilómetros desde las fuentes hasta las plantas de tratamiento.Henry Lapo

No es necesario hervir el agua antes de tomarla

El agua que consume Quito es de calidad para el consumo directo. Así lo certifica la norma INEN 1108, que establece los parámetros que debe cumplir el agua potable. El líquido que llega hasta el grifo no necesita hervirse porque en su tratamiento cuenta con pequeñas cantidades de cloro (inofensivas para los humanos o animales) que previenen la formación de microorganismos durante su almacenamiento. “Cuando hervimos el agua, se evapora el cloro y da paso a la formación de bacterias”, lo que podría ser un potencial riesgo para el consumo humano, según la autoridad municipal.

Eso sí, los ciudadanos que habitan en condominios que usen cisternas para el almacenamiento del agua deberán realizar limpiezas periódicas al menos cada seis meses. La empresa Agua de Quito recomienda además que el agua esté en constante movimiento, de esta manera conserva sus propiedades de desinfección haciéndola más segura.