Quito

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En paquete. Los megáfonos fueron situados en lo alto de mástiles, cerca de las cámaras de videovigilancia para monitorear el espacio público.Angelo Chamba

La impasible videovigilancia no frena la inseguridad

En Rumiñahui se instalaron 36 altoparlantes y 96 cámaras para disuasión delictiva, pero a sus pies el hampa sigue firme.

“Atención. La Policía Nacional informa que usted está siendo vigilado. Las imágenes podrían ser utilizadas en un proceso judicial en caso de cometer un delito”. Este es uno de los mensajes que se transmiten a través de 36 altoparlantes instalados en diferentes puntos del cantón Rumiñahui, al nororiente de Quito, para disuadir a presuntos delincuentes y alertar a los ciudadanos de posibles peligros.

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La iniciativa surgió en 2017, cuando el ECU-911 y el Gobierno Autónomo Descentralizado de Rumiñahui instalaron estos aparatos, junto a xitófonos de comunicación directa con el 911 y cámaras de videovigilancia, para garantizar la seguridad de los habitantes.

Hoy, cinco años después, moradores como Alejandra Zurita apenas descubrieron la utilidad y ubicación de estos recursos.

Hace dos meses ella presenció un atraco al pie de uno de estos aparatos, en la parada de buses ubicada en las calles Abdón Calderón y Zopozopanqui, en la plaza del monumento a Rumiñahui. Un estudiante fue abordado por dos antisociales y amenazado con un arma blanca. Las cámaras del ECU-911 aparentemente registraban todo, pero la ayuda jamás llegó.

“Ahí no se oyó ningún mensaje disuasivo, ni siquiera enviaron un patrullero. Por el xitófono también llamé, pero nunca contestaron. En sus narices ultrajaron al pobre muchacho. Esto es solo un adorno. Los mensajes no se entienden porque están distorsionados”.

DETALLESolamente en el cantón Rumiñahui hay 96 cámaras. El 80 % de ellas están operativas y el 20 % en revisión o para cambio.

Santiago Gallardo, coordinador del ECU-911 de Rumiñahui, menciona que estas megafonías fueron colocadas en lugares de concentración masiva, como plazas, mercados, paradas de buses, cerca de bancos y calles principales. Es decir, en sitios donde se comete el mayor número de delitos, como robo a personas, sacapintas, robo de carros o problemáticas sociales vinculadas al consumo de alcohol y otras sustancias.

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Los puntos denominados ‘calientes’ están en el parque Turismo, General Enríquez, Giovanny Farina y en la plaza del monumento a Rumiñahui.

Ante la falta de respuesta a la emergencia citada por Zurita, Gallardo reconoció que justo en el punto donde se registró el robo, los equipos estaban en mantenimiento.

“De los 36 altoparlantes, tres tienen novedades y están en revisión, pero no quedan al descuido, damos apoyo con otros equipos cercanos. En los próximos meses instalaremos cinco más, en nuevos espacios. Bajo nuestra perspectiva, han sido provechosos porque se han recuperado espacios públicos, retirado a libadores y se ha alertado a la gente que tenga cuidado ante la delincuencia, cuando por las cámaras hemos divisado eventos sospechosos”, sostiene el coordinador.

Según las estadísticas policiales, hasta el 26 de agosto de este año se registraron 300 delitos en el Distrito Rumiñahui. De estos, 90 fueron por robo a personas y 76 por sustracción de bienes, accesorios y autopartes. Así lo confirmó Silvia Araque, jefa de la unidad policial.

“Los mensajes que se emiten sí han ayudado, porque se pone en alerta a los delincuentes y se hace el llamado de atención a la gente para evitar que sean presa fácil del hampa”, enfatiza la oficial.

Son las 15:30 y el altoparlante suelta un nuevo mensaje. Roberto Tupiza, taxista desde hace más de 10 años, hace un esfuerzo para entenderlo. Cuenta que hace tres meses, también “al pie de la ley”, le robaron el taxi a un amigo, después de dejarlo herido.

“Son impávidos. Nos ven por las cámaras, pero creo que están más ciegas que la misma ley. Están para ayudar, pero jamás lo han hecho”, finaliza.