El V@rgas

Avatar del Roberto López

Esta primitiva “justicia de ortiga” y la Constitución de Montecristi deben arder en la misma hoguera. Ya. Mañana.

Sin aprisionar mi cuerpo ni mis ideas, escribo apoyado sobre la espalda: por gusto se le cargan al V@rgas con lo de los pozos petroleros. 

Solo tuvo que leer la Constitución y constatar que son suyos. El indigenado conserva “la propiedad imprescriptible de sus tierras comunitarias… inalienables, inembargables…”. (art. 57.4 CRE). Encima, el V@rgas puede ajusticiarnos, pues tiene un plus sobre los ciudadanos que -como buenos “cárgame las puertas”- estamos subordinados a una justicia nacional, mientras el plumífero líder tiene la suya propia. Por eso da risa que la Constitución diga: “La potestad de administrar justicia emana del pueblo y se ejerce por los órganos de la Función Judicial”. Sí lector, entendió bien: debe ser impartida por jueces. Eruditos. Personas que han dedicado su vida al estudio. -No entiendo… ¿y entonces, por qué Gran Jefe Plumafon nos amenaza? -Verás. 

En este país hay 2 clases de “justicia”: la de los mortales como tú y yo, impartida por jueces; y la de ellos, que no es administrada por jueces, sino por “sus” autoridades. O sea… en el parque, por una turba enardecida. Es que la ‘troupé’ de “bien intencionados” (de buenas intenciones está empedrado el camino al infierno) que en Montecristi pretendió lavar 500 años de afrentas, haciendo el experimento social de crear una justicia dentro de otra, no se percató (como suele suceder con los experimentos) de que una minoría del 7 % se iba a “bypasear” el famoso sistema judicial “garantista” con el que nos engañó el rufián belga, el debido proceso, la carrera judicial y todas esas paparruchas, ya que 4 vivarachos con plumas no están sometidos a los jueces, sino a una primitiva “justicia de ortiga” impartida por agnados y cognados en una plaza. 

Es decir, 2.000 años de civilización y Rawls, Dworkin, Ferrajoli y Hart, tirados a la basura. Y en este punto es cuando viene a mi memoria, la frase del exalcalde de Guayaquil: más peligroso que un tonto, es un tonto con iniciativa. Por eso, esta primitiva “justicia de ortiga” y la Constitución de Montecristi deben arder en la misma hoguera. Ya. Mañana.