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Claroscuro del virus centralista

Avatar del Willington Paredes

"El virus antidemocrático, excluyente, explotador y destructor del centralismo es una de las más graves e históricas deformaciones de la pésima construcción del Estado nacional"

El virus antidemocrático, excluyente, explotador y destructor del centralismo es una de las más graves e históricas deformaciones de la pésima construcción del Estado nacional y la democracia del país. Nació en el incanato con acólitos. Lo hizo teoría, práctica e institución la burocracia colonial. La visión y tradición andinocéntrica lo hicieron parte esencial de la normatividad y la praxis política republicana contra las sociedades regionales, provinciales y locales. Sus efectos y resultados son evidencias de un sistema de organización del Estado que demuestra la relación perversa y antidemocrática entre Estado Central (hegemonizado por su capital y burocracia) y sociedades locales, que no solo son excluidas sino perjudicadas en la distribución de la renta nacional que producen. Esto dice su historia. Por eso, los casi 10.000 muertos que tuvo Guayas-Guayaquil en el período critico marzo-mayo por abandono y desidia centralista son parte de este modelo. 

No muestra solamente la cultura-comportamiento del “no acatamiento” de las medidas y disposiciones gubernamentales del cuidado, autoprotección y cuarentena. Va más allá de eso. Juzgar a la ligera ese momento, que expresa mucho más, evidencia un sistema de salud precario, con hospitales administrados por las mafias políticas corruptas y ladrones. Deja ver cuánto daño hicieron los asaltos del correísmo. Los del IESS nos mostraron el saqueo de que fueron objeto por esas figuras correístas y morenistas. Fueron un solo paquete viral.

También ese sistema de salud producto del centralismo sobre Guayas y Guayaquil dejó ver con suprema claridad los perversos vicios y prácticas del centralismo. Por esto la reunión del COE nacional del 19, con la asistencia de un matemático mostró al mundo cuánto daño hace y cuántas víctimas resultan de este modelo corrupto y antidemocrático, que excluye y destruye las sociedades periféricas. Estas cifras son evidencia del efecto del centralismo. A los andinocentristas pueden desagradarles las cifras y número de muertos. Pero es el otro asesino de un sistema que debe acabar pronto. Solo terminando con ese sistema la nueva unidad nacional será posible y el Ecuador buscado servirá democráticamente a todos los ciudadanos.